Wednesday, July 12, 2006

En Busca del Monopolo Magnético

Este es un cuento que escribí hace ya varios años, cuando estudiaba física en la U. de Chile, en el campus Juan Gómez Millas. El cuento fue publicado originalmente en Caballos de Troya, una revista gratuita que publicábamos en la Facultad de Ciencias con amigos.

Algunas de las cosas que se mencionan forman parte del folklor del departamento de física, y otras (como el ciclotrón) tienen una historia interesante, aunque quizás con un final un poco decepcionante. En fin, sin más rodeos, les presento el cuento.

* * *

Gonzalo era un estudiante común y corriente. Iba a la U, asisitía a las clases, jugaba taca taca y de cuando en cuando sacaba libros de la biblioteca. Cuando esta rutina se volvía levemente tediosa, jugaba al ping pong en vez del taca-taca en la mesa de Filosofía. Se podría decir que vivía una vida bastante normal, relajada y feliz.

Un día que su rutina de taca taca y clases ya lo tenía levemente aburrido -- y deben entender que no era más que eso, la vida de Gonzalo le ofrecía suficientes entretenciones como para nunca estar desesperadamente aburrido, siempre había alguna cosita aquí y allá que lo pudiera entretener-- y ni siquiera una partida de ping pong con sus amigos en Filosofía le parecía muy interesante, decidió ir a pasearse por la facultad de física. Ustedes entenderán que, aunque Gonzalo era estudiante de física, él nunca había explorado todo el departamento; habían puertas que nunca había atravezado e ignoraba lo que estaba al otro lado de esas puertas. Pero eso no le molestaba en lo más mínimo, ya que, como dijimos, Gonzalo era inherentemente feliz con su diario vivir tranquilo y sin sobresaltos.

Caminó por los pasillos, silbando calladamente porque no era muy afinado y no quería molestar a los Profes. (Cuando pasó frente a la puerta del Prof. Ferrer, calló por completo). Caminaba con las manos en los bolsillos, tratando de encontrar algo que no había notado antes. Pasó delante de la máquina de bebidas, donde un alumno conversaba en un tono condescendiente con la máquina mientras veía cómo el billete con el cual estaba tratando de pagar le era devuelto repetidamente. Pasó delante de la oficina del Prof. Rogan y notó que había un hombre de la Coca Cola con una carretilla llena de botellitas tratando de ingresar su mercancía por la puerta. Se devolvió y caminó en la otra dirección, mirando los paneles con informaciones de 1996 y afiches de congresos como "ORGASMATRON 2000" y "VERGANOID 2001". Pero todo ya le era conocido.

Llegó al final del pasillo, donde estaba todavía el estudiante conversando con la máquina de bebidas y al parecer le ofrecía favores sexuales a cambio de una mísera lata.

En eso Gonzalo notó que la puerta hacia el ciclotrón estaba entreabierta, así que decidió asomar la cabeza. Lo primero que le impactó fue el desorden. Había todo tipo de artefactos desparramados por todas partes, cosas grandes, cosas chicas, cosas que parecían las míticas Sondas Anales de los alienígenas, cables, cajas de metal. Un leve zumbido resonaba en toda la sala, que era amplia y con un techo bastante elevado. y en frente de él estaba lo que no podría ser otra cosa más que el ciclotrón. Se quedó mirándolo por varios minutos, apreciando su grandeza, pensando en sus orígenes, en cómo había llegado a Chile, en lo que significaba que su universidad tenía un ciclotrón, en todas los experimentos maravillosos que se podrían hacer en él y si serviría para hacer popcorn. Una voz que provenía desde alguna parte oculta del ciclotrón le interrumpió. "MIERDA!!".

Consideró toser educadamente para hacer un poco más notoria su presencia, pero decidió no hacerlo. Pensó que posiblemente el dueño de la voz estaría bastante frustrado por algún motivo y no le alegraría tenerlo a él como visita. Para su horror, su estómago soltó un gruñido de trueno, seguido de una flatulencia desproporcionadamente resonante. Esto le preocupaba no sólo por el hecho que ya no tendría ninguna oportunidad de presentarse de una manera cortés y elegante con el dueño de la voz que había escuchado, sino que, además, era la cuarta flatulencia de magnitud 7.4 en la escala de Richter que había tenido esa mañana. Esto no ocurría normalmente en la vida alegre y tranquila de Gonzalo. Se sintió preocupado y se prometió a si mismo que iría al SEMDA para un chequeo médico después de jugar su partida de taca taca esa tarde.

En respuesta a su Olímpica fanfarria de hace algunos segundos, el profe que había estado agachado entre los cables y demases levantó la cabeza.

"Si? Ah, hola. Qué haces por aquí? Buscas a alguien?" preguntó el profe. "No, en realidad sólo andaba explorando un poco." Y como para compensar su maleducada interrupción, preguntó cortésmente "Algo le salió mal, profe?".

El profe emitió un gruñido, se incorporó y dijo "Un experimento con el ciclotrón. Era de lo más simple. Acelerar protones, quería calibrar algunas cosas. Pero salió mal! No lo entiendo, esto nunca había pasado. Esto sólo podría pasar si hubiera algún campo magnético enorme cerca del ciclotrón, pero no lo hay!". Fue en ese momento que una taza metálica de café que estaba sobre un escritorio cercano a Gonzalo comenzó a moverse. Lentamente al principio, pero agarrando velocidad gradualmente, se fue acercando al borde, donde hizo una corta pausa y se lanzó decididamente al trasero de Gonzalo exactamente de la manera que las tazas de café metálicas no lo hacen. Gonzalo, con las manos en los bolsillos, giró levemente su torso para poder ver la taza adherida a su posterior. La miró un par de segundos y, viendo que parecía estar contenta en ese lugar, se volvió a mirar al profe. Levemente avergonzado, se encogió de hombros. El profe lo miraba muy intrigado. Parecía que iba a hablar, pero la mirada de los dos se desvió a un archivero metálico que estaba contra la pared, a unos metros. Un cajón se estaba abriendo lentamente. Llegó al final de su recorrido, se quedó quieto, cayó al piso estrepitosamente, comenzó a arrastrarse por el piso hacia Gonzalo (quien seguía con las manos en los bolsillos) y acelerando en una loca carrera se lanzó contra su trasero, donde se instaló emitiendo un ruido sordo y fuerte. Nuevamente Gonzalo, con las manos en los bolsillos, giró su torso lentamente para poder apreciar la creciente colección de objetos adheridos a su ulterior y, viendo que el cajón le hacía buena companía a la taza, se volvió para mirar al profe, quien le miraba atónito. Fue sólo cuando el instrumento que le recordaba a una Sonda Anal comenzó a tambalearse que decidió que era hora de concluir su visita al ciclotrón.

Pasó nuevamente por donde estaba la máquina de bebidas, e hizo un chasquido con la lengua en desaprobación por la obscenidad que estaba cometiendo el estudiante antes mencionado con la máquina. El profe lo siguió apresuradamente y, alcanzmándolo, comenzó a hablar impacientemente.

"Que tienes en tu trasero, Gonzalo? Qué traes?". Gonzalo le replicó que no traía nada en su trasero, aparte de un par de objetos metálicos que hacían un ruidito metálico a cada paso que daba. "Pero tienes que tener algo!" exclamó el Profe. "Las cosas no son atraídas a los traseros de la gente así como así! Tengo que hacer un experimento para determinar que tienes ahí que pueda estar causando tantas anomalías". Viendo que probablemente sería una manera interesante de pasar la tarde, accedío y fueron al laboratorio del profe.

Media hora después salieron del laboratorio, y el profe exclamó "No puede ser! Los resultados indican que... pero no me lo creo la teoría dice que debería haber por lo menos uno en todo el universo pero... " Impaciente Gonzalo le preguntó a qué se refería. Le explicó que los imanes y las cosas magnetizadas siempre tienen un polo norte y un polo sur, pero que para poder explicar porqué la carga está cuantizada, se postula que en alguna parte del universo existe al menos un imán que sólo tiene un polo, el cual nunca se había encontrado. El profe le miró a los ojos, le puso una mano en el hombro y le dijo "Gonzalo: por algún extraño motivo, lo que tú tienes metido en el culo es un monopolo magnético!!!". Gonzalo pestañó un par de veces. Lo hizo de nuevo, porque no se le ocurría nada que decir. Cuando al par de segundos todavía no se le ocurría nada que decir, varió un poco la rutina y trago saliva y luego pestañó un par de veces. Apenas tuvo tiempo de sentirse orgulloso de su pequeña improvización cuando el profe le dijo "Gonzalo, me tienes que contar todo lo que has hecho en los últimos días, si has notado algo raro, cosas anormales, todo.". Comenzaron a caminar lentamente, mirando al suelo mientras Gonzalo le relataba lo de sus juegos de taca taca, las clases, la biblioteca y sus ocasionales escapadas hacia el ping pong. Caminaron bastante, por todo el campus. All llegar de vuelta al departamento de Física, del culo de Gonzalo pendían varias sillas, un basurero, tres microscopios, la puerta del quiosco y un perro que resignadamente colgaba de su collar. Acordaron que el profe le investigaría el monopolo a Gonzalo y, a cambio, Gonzalo podría experimentar metiendo popcorn al ciclotrón.

Pero Gonzalo nunca llegó a poder meter popcorn al ciclotrón. El profe convocó a una conferencia de prensa con los medios de comunicaciones mundiales, donde reveló que había localizad a un, posiblemente el, monopolo magnético, y que estaba alojado en las proximidades del ano de Gonzalo. Sentado al lado del profe en la conterencia de prensa, Gonzalo se rubirozaba al escuchar cómo hablaban de su trasero tan abiertamente y se distraía soñando con cantidades industriales de popcorn alcanzando velocidades relativistas. Después de las conferencias de prensa vinieron los científicos gringos, quienes se lo llevaron a Valdivia para hacerle más experimentos, la mayoría de los cuales consistían en tener a Gonzalo sostenido en posición de 90 grados por un harnés, mientras que los científicos ponían cargas de prueba, bobinas y demases cerca y hasta dentro del culo del pobre Gonzalo. Resignado, poque sabía lo importante que era su monopolo para la ciencia, sólo podía soñar con las tardes cuando jugaba taca taca con sus amigos. Los experimentos duraron varios días, y durante la noche, cuando no le hacían experimentos, tapaban a Gonzalo colgado en su harnés con una sábana para que la luz del laboratorio no le molestara. El guardia de seguridad del edificio donde estaba ubicado el laboratorio se preguntó varias veces durante la noche qué sería ese ruido como si alguien estuviera silbando melancólicamente a lo lejos.

Tan pronto como terminaron los experimentos en Valdivia, vino una delegación Europea, para lIevar a Gonzalo a Suiza, donde lo podrían estudiar mejor. Tristemente preguntó si le dejarían meter popcorn al acelerador de CERN, y le prometieron que sí. Pero después de experimento tras experimento, venía otra delegación de otra parte del mundo, quienes se llevaban al pobre Gonzalo para hacerle más pruebas.

Tras meses de viajes y experimentos, la comunidad científica internacional finalmente llegó al consenso general de que no había nada más que aprender del monopolo de Gonzalo, no tenía ninguna utilidad bélica ni comercial, y por lo tanto ya no sería necesario hacerle tantos exmámenes. Sin embargo, se determinó que el monopolo de Gonzalo era un patrimonio de la humanidad y debido a esto debería poder ser visto por cualquier persona. El museo Smithsonian acordó acoger a Gonzalo.

Si algún día visitas ese museo, y te quedas hasta tarde, cuando ya han cerrado las puertas y han apagado las luces, puede ser que escuches a alguien silbando tristemente, lamentmándose por tener un monopolo magnético en el orto.

Paul Blackburn

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2 Comments:

Blogger Maga said...

Gracias por la sonrisa nocturna (F)
Disfrute mucho del relato :)

11:44 PM  
Anonymous Anonymous said...

jajaj sos muy creativo! está buenísimo!
ya soy de aquí parece.. de a poco me he dedicado a leer tus escritos, muy atractivos todos ellos,

te acuerdas que te conté que llegué a esta pág averiguando del radal 7 tazas? y bueno.. me convencieron demasiado tus pics.. tanto que pese a que tengo organizado un viaje a la sierra de bellavista y que parte del grupo ya se fue.. pienso llegar hasta allá para luego convencerlos de que hagamos dedo hasta el radal.. está entre mis cejas ese lugar!! jajaj.. lo malo es que cuando eres mujer si no te apañan en esas ocasiones es como tirarse al río ..
así que motorista, te envidio por tu moto y sexualidad (en lo úlimo sólo en lo que respecta a las facilidades para viajar notese)
deseadme suerte!
Paula

1:25 AM  

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