Quantum Optics III En Pucón
La conferencia más importante del campo de la óptica cuántica (el área de investigación de quien les escribe), Quantum Optics III, tuvo su tercera iteración del 27 al 30 de Noviembre en el Hotel del Lago, en Pucón. Fue organizado por
,
uno de los varios "Núcleos Milenio" que existen en Chile, una agrupación de académicos que trabajan en un área particular de la ciencia, y que tiene como fin fomentar la cooperación y comunicación entre ellos. Más info sobre los ICM aquí. Otros eventos del Núcleo Milenio de Óptica Cuántica a los cuales he asistido han sido las conferencias en Las Trancas. Hasta hace poco, ellos eran los que pagaban mi beca de mantención.
El relato comienza al bajarnos del bus, tiesos pero no tanto, por haber comprado pasajes en salón cama y no semicama. Parece que ya quedaron atrás los días de tomar un bus "clásico" de Santiago a Arica, 32 horas sentado en un asiento chico.
Partimos caminando al Hotel del Lago, y en el camino nos encontramos con dos perros: un labrador y uno más joven, mestizo. Los saludé, y comenzaron a jugar. Con intención de participar amistosamente, hice algunos movimientos con el tubo de plástico donde traía el poster que presentaría al día siguiente. El labrador decidió que el tubo también quería participar del juego, y lo tomó entre sus dientes, no muy delicadamente, y no lo soltó hasta que cariñosamente le abrí las mandíbulas con los dedos. Ahora el tubo lucía unas lindas marcas de colmillos. Ya me imaginaba cómo sería presentarme sin poster ante Calu, la organizadora administrativa de todas las juntas del Núcleo Milenio, con la altamente original excusa de "un perro me comió el poster".
El hotel en sí es de un lujo increíble; no recuerdo nunca haber estado hospedado en un lugar así.
En recepción nos dijeron que el cuarto no estaría listo sino hasta las tres, y para nuestra sorpresa, habían bicicletas disponibles sin costo.
El único problema con la habitación, el cual se hizo evidente una vez que vimos las demás habitaciones, era el tamaño y la vista. Los otros cuartos de los estudiantes de postgrado asistentes tenían un living inmenso, balcón, vista al volcán, etc. Nosotros... bueno, una foto vale mil palabras.
Mi idea original era partir a recorrer, solo, buscando caminos de tierra y campo, subconscientemente cayendo directamente en el patrón de un paseo en moto, aunque descubriría más tarde, para mi gran pesar, que a la XR le puedes dar duro todo el día y está feliz, pero este cuerpo sedentario no es tan robusto. Pero no nos adelantemos al relato.
Sergio decidió que quería andar en bici, coincidentalmente en un paseo en el campo, sobre caminos de tierra. Ah. Bueno, partiremos juntos, y seguramente nos separaríamos al borde de la ciudad, me dije, dado que posiblemente tendríamos ritmos distintos.
El primer inconveniente ocurrió justo afuera del hotel. Si mal no recuerdo, fue necesario explicar que los cambios de la bici no se pasan estando detenido. Apenas destrabé y monté la cadena sobre la catalina, pudimos partir.
Como el lago estaba sólo a un par de cuadras, quise ir a sacar una o dos fotos. Para bajar desde la calle, un camino peatonal con escaleras de unos cuantos escalones, o si no, rampas angostas. Algunas las bajé por las escaleras, algunas por las rampas. Tomé mis fotos.
Creo que ese podría ser Andrés Torres, aunque no estoy seguro. A esa hora nadie había hecho contacto con los demás, y no sé a qué hora llegó.
Me di vuelta, y ahí estaba Sergio, intentando negociar todavía la primera bajada. Esto debería haber sido un augurio de lo que vendría, pero ingenuamente tenía fe en que seguramente se debía a habilidades oxidadas– existentes, pero olvidadas.
Pasamos al supermercado. Compré pan, jamón, queso y agua, y partimos.
Justo antes del aeropuerto, doblamos a la izquierda.
Por algún motivo, Sergio tenía dificultad extrema para mantener la bici andando en línea recta; es más, no salirse por completo del camino era una sutileza que sólo a ratos dominaba. Yo me detuve para tomar una foto, y para cuando lo alcancé de nuevo, resultó que había caído, y que se había rasmillado el brazo.
Para ser justo, cabe decir que cayó por meter la rueda delantera en la arenilla suelta y en pendiente al borde del camino, donde seguramente muchos también habríamos sufrido un percance similar.
Llegamos al puente colgante, el cual sorprendentemente puede soportar vehículos livianos.
El camino se hizo lentamente más difícil, y en partes, habían cuestas empinadas. Mi predicción inicial de que las habilidades oxidadas volverían apenas se practicara un poco fue definitivamente desechada cuando Sergio me contó que nunca había andado en bici sobre nada que no fuera asfalto duro y parejo. Ah.
La rutina mía era avanzar 50 metros, esperar, avanzar 50 m, esperar, ver como S. venía dando vuelta a la curva empujando la bici, avanzar 50 m en subida, tener que volver para colocarle la cadena a la bici de S., avanzar 50 m, ad infinitum.
La paciencia se me agotaba; no era culpa suya tener tantas dificultades, y obviamente era extremadamente frustrante para él también, pero si el circuito hubiera sido más corto, habría sugerido hace rato ya que nos separaramos.
Al cabo de un recorrido desesperantemente lento, llegamos a las cascadas de los Ojos del Caburga. Entramos, y el espectáculo valió la pena, sin mencionar el aire fresco y húmedo que se respiraba al caminar entre los árboles y rocas, de mirador en mirador.
Ambos cargamos las bicis hasta un ciertpo punto, cerca de uno de los miradores. nos separamos, y yo dejé mi bici semi-escondida en uno de los múltiples y pronunciados desniveles del terreno.
30 minutos después, S. no estaba por ninguna parte. Tampoco lo habían visto un grupo de tres chicas que habíamos conocido por ahí. Recorrí el parque de extremo a extremo, y nada. Volví a la portería. Pregunté, nada.
Finalmente resultó que había estado buscando pasar al otro lado del río, donde se veían también pasarelas y algunos turistas. Frustrado y acalorado, nos informó que no había tal pasada, que se sentía profundamente decepcionado por la ausencia de un puente, y que más encima había tenido que cargar la bici todo este tiempo...
Un poco más allá de los Ojos del Caburga, nos separamos. Faltaba poco para el camino pavimentado a Pucón, y no pensé que S. tendría problemas para volver.
El camino que tomé comenzó en subida. Unos 500 más adelante, una bifurcación. Más allá, luego de subir aún más, carteles que indicaban la entrada a la cascada Balmaceda, Copihue, y quizás alguna otra. No entré porque todas eran en realidad "salones de té", y seguramente cobrarían por entrar. Y aún si lo que cobraran fuera poco, el hueveo que implicaría romper mi ritmo me hizo seguir adelante.
Más empinada la subida, más angosto el camino, más suelta la tierra, más exhausto y acalorado estaba. Una curva más, unos metros más, ya llegaremos a ver qué hay más allá. Llegó el punto en el que mi cansancio le ganó a la curiosidad, y volví.
Yo supongo que una bici de alto nivel tiene amortiguadores y resortes buenos, pero ésta parecía tener solamente resortes muy tiesos en la horquilla delantera. Al bajar por las cuestas, las piedras y las calaminas hacían vibrar el manubrio, tanto que cualquier dedo que no estuviera firmemente apretado contra algo, oscilaba tan salvajemente que causaba dolor.
Volví al camino original, donde me había separado de S. y anduve el km o dos que faltaba para el camino de asfalto. Cuando llegué, un cartel anunciaba 18 km a Pucón.
La vuelta la hice rápida, luchando contra el viento, el cual a veces era muy fuerte.
Llegué muy cansado, pero manteniendo un buen ritmo y sin estar falto de aire.
Asumí que S. ya habría llegado, ya sea por obra de su propia fuerza motriz, o transportado por algún buen samaritano con camioneta, pero no estaba.
Mientras conversaba en el Lobby con la gente que venía llegando al hotel para la conferencia, se detiene una camioneta y adivinen quién baja una bici de la parte trasera. Resultó que había estado conversando mucho tiempo con una chica alemana "increíble" en un salón de té, y que habían quedado de juntarse en Santiago. Parece que todo su sufrimiento valió la pena.
Como huésped del hotel, tenía acceso libre al Spa. Sudado, cansado y cubierto en una pasta de protector solar y polvo, una visita al spa era lo que más necesitaba.
No, eso no es un bronceado.
Sauna, baño turco, batas, pantuflas, música oriental de bajo volumen, tés aromáticos y agua fría a disposición, divanes para reclinarse, una pared completamente cubierta por una cascada de piedra, luces azules tenues en el suelo... la lista sigue. Después de todo eso, a la piscina temperada. Al igual que en la otra sección, estaba completamente solo.
Salí, subí a mi cuarto. En la piscina, e incluso antes, había notado una incomodidad en el pecho, un leve dolor general. Me recosté sobre la cama, con la intención de dormir. El dolor aumentó, al punto que no pude seguir horizontal. Cada latido dolía, y respirar profundo también. Durante varias horas estuve así, y cualquier esfuerzo lefe me dejaba con un dolor punzante. Me perdí el cóctel de inauguración, salvo una aparición relámpago de unos 30 segundos como para poder decir que estuve. Más tarde, con un ibuprofeno, el dolor bajó y pude dormir.
A la mañana siguiente, ya me sentía mejor.
La primera charla era a las 08:30, luego de un fantástico desayuno buffet. Me encontré con mi tutor de tesis, y se dio la siguiente conversación.
Algunas charlas las seguí de lejos, con breves flash de reconocimiento de algo familiar o que había estudiado ya. También, a veces, entendía algo que me parecía novedoso o interesante, como una presentación sobre la extensión de los estados coherentes a potenciales no harmónicos, donde originalmente fueron propuestos por Glauber. Hubo, además, charlas completamente opacas, impenetrables, donde entendía nada más que la diapo inicial de título, y quizás la siguiente, de objetivos.
La charla del colaborador de mi tutor fue así, y en el coffee break, le dije: "Estoy seguro que fue una charla excelente, felicitaciones, pero lamento decirte que no entendí nada". Creo que se lo tomó con buen humor.
El lunes en la tarde fue la primera sesión de posters, donde correspondía presentar el mio. No generó un revuelo, pero sí tuve algunas conversaciones interesantes. Este es mi poster. Lo puedes bajar en PDF aquí o aquí, y puedes leer el paper original, "A Single-Ion Stochastic Quantum Processor" aquí o aquí.
Una de estas conversaciones fue con Rainer Blatt, el líder del grupo experimental que fui a visitar en Innsbruck, Austria. Me pidió una copia del paper sobre el cual se basaba mi poster. No tenía uno a mano, así que esa noche, después de comer en un restorán "mexicano", salí a buscar un local de internet, acompañado por Douglas, un tipo extremadamente simpático, quien posteriormente me enteré que colabora con mi tutor de tesis. Nos encontramos por pura casualidad con otras dos personas, pero eso ya es otra historia.
Entre los bloques de las charlas, café y galletitas, café y galletitas, comida estándar de físicos y matemáticos en todo el mundo. Algunas veces se servía en el jardín, al lado de la piscina.
Las charlas iban y venían, iban y venían. Los almuerzos eran elegantes y por lo general agradables, pero había una cierta falta de contundencia que hacía resonar el estómago de algunos. Aquí, unas amigas y un chico simpático.
La cena oficial fue espectacular, un verdadero banquete. Gran variedad de platos, y por fin! Mucho vino. :D
El miércoles tuvimos la tarde libre, y salí a caminar al borde del lago Villarica, más allá de todas las casas y toda civilización. Me detuve a sacar algunas fotos de las flores en el camino.
El volcán, siempre presente.
Sólo me encontré con pescadores, algunas parejas de hombres tomando sol, ese tipo de cosas que siempre existen en los alrededores de todo pueblo chileno :-). Como Pucón no tiene moteles, seguramente habrán habido hasta parejas haciendo cochinadas en los arbustos.
Para seguir, tuve que cruzar un riachuelo que corría bajo la capa de vegetación.
Todo tan hermoso.
Quizás lo único no ideal eran mis zapatillas. Habría sido mejor llevar bototos, siempre entraba arena volcánica.
Y luego, volví.
Quedaba todavía luz de sol, así que tomé una bici del hotel, y me largué por el camino al Volcán, con la intención de sacar alguna foto de éste. Llegué hasta uno o dos km más allá del comienzo del camino de tierra. No pude sacar nada decente: la vista siempre obstruida por cables o árboles.
Bajé nuevamente a Pucón, anduve por la Poza.
Esta foto me encanta: hasta parece cuadro impresionista. Todo por el vaivén del agua y el largo tiempo de exposición.
Sólo el ruido de las olas, y silencio.
El aire refrescaba un poco.
Llegó el jueves, y salimos todos a la plaza frente al hotel para tomar la fotografía oficial.
Después... después partí a Caburga. Me quedaban pocas horas antes de partir, y quería aprovecharlas bien. Arrendé un bote a pedales, y salí al lago Caburga.
Me acerqué a la orilla, pero no quise arriesgar atracar, porque el fondo subía muy gradualmente, y podría quedar atorado en alguna roca.
Llegué mucho más lejos que esto; esta foto es ya casi de vuelta en la orilla.
Un poco de pan fue tirado para los pájaros, y se abalanzaron sobre él, golpeándose entre sí a veces con las alas.
Era hora de volver, y cansado, y sí, hasta un poco triste de partir, me subí al bus, y volví a Santiago. A la mañana siguiente, para llegar a casa, tomé el metro. Qué contraste! :-(
uno de los varios "Núcleos Milenio" que existen en Chile, una agrupación de académicos que trabajan en un área particular de la ciencia, y que tiene como fin fomentar la cooperación y comunicación entre ellos. Más info sobre los ICM aquí. Otros eventos del Núcleo Milenio de Óptica Cuántica a los cuales he asistido han sido las conferencias en Las Trancas. Hasta hace poco, ellos eran los que pagaban mi beca de mantención.
El relato comienza al bajarnos del bus, tiesos pero no tanto, por haber comprado pasajes en salón cama y no semicama. Parece que ya quedaron atrás los días de tomar un bus "clásico" de Santiago a Arica, 32 horas sentado en un asiento chico.
Partimos caminando al Hotel del Lago, y en el camino nos encontramos con dos perros: un labrador y uno más joven, mestizo. Los saludé, y comenzaron a jugar. Con intención de participar amistosamente, hice algunos movimientos con el tubo de plástico donde traía el poster que presentaría al día siguiente. El labrador decidió que el tubo también quería participar del juego, y lo tomó entre sus dientes, no muy delicadamente, y no lo soltó hasta que cariñosamente le abrí las mandíbulas con los dedos. Ahora el tubo lucía unas lindas marcas de colmillos. Ya me imaginaba cómo sería presentarme sin poster ante Calu, la organizadora administrativa de todas las juntas del Núcleo Milenio, con la altamente original excusa de "un perro me comió el poster".
El hotel en sí es de un lujo increíble; no recuerdo nunca haber estado hospedado en un lugar así.
En recepción nos dijeron que el cuarto no estaría listo sino hasta las tres, y para nuestra sorpresa, habían bicicletas disponibles sin costo.
El único problema con la habitación, el cual se hizo evidente una vez que vimos las demás habitaciones, era el tamaño y la vista. Los otros cuartos de los estudiantes de postgrado asistentes tenían un living inmenso, balcón, vista al volcán, etc. Nosotros... bueno, una foto vale mil palabras.
Mi idea original era partir a recorrer, solo, buscando caminos de tierra y campo, subconscientemente cayendo directamente en el patrón de un paseo en moto, aunque descubriría más tarde, para mi gran pesar, que a la XR le puedes dar duro todo el día y está feliz, pero este cuerpo sedentario no es tan robusto. Pero no nos adelantemos al relato.
Sergio decidió que quería andar en bici, coincidentalmente en un paseo en el campo, sobre caminos de tierra. Ah. Bueno, partiremos juntos, y seguramente nos separaríamos al borde de la ciudad, me dije, dado que posiblemente tendríamos ritmos distintos.
El primer inconveniente ocurrió justo afuera del hotel. Si mal no recuerdo, fue necesario explicar que los cambios de la bici no se pasan estando detenido. Apenas destrabé y monté la cadena sobre la catalina, pudimos partir.
Como el lago estaba sólo a un par de cuadras, quise ir a sacar una o dos fotos. Para bajar desde la calle, un camino peatonal con escaleras de unos cuantos escalones, o si no, rampas angostas. Algunas las bajé por las escaleras, algunas por las rampas. Tomé mis fotos.
Creo que ese podría ser Andrés Torres, aunque no estoy seguro. A esa hora nadie había hecho contacto con los demás, y no sé a qué hora llegó.
Me di vuelta, y ahí estaba Sergio, intentando negociar todavía la primera bajada. Esto debería haber sido un augurio de lo que vendría, pero ingenuamente tenía fe en que seguramente se debía a habilidades oxidadas– existentes, pero olvidadas.
Pasamos al supermercado. Compré pan, jamón, queso y agua, y partimos.
Justo antes del aeropuerto, doblamos a la izquierda.
Por algún motivo, Sergio tenía dificultad extrema para mantener la bici andando en línea recta; es más, no salirse por completo del camino era una sutileza que sólo a ratos dominaba. Yo me detuve para tomar una foto, y para cuando lo alcancé de nuevo, resultó que había caído, y que se había rasmillado el brazo.
Para ser justo, cabe decir que cayó por meter la rueda delantera en la arenilla suelta y en pendiente al borde del camino, donde seguramente muchos también habríamos sufrido un percance similar.
Llegamos al puente colgante, el cual sorprendentemente puede soportar vehículos livianos.
El camino se hizo lentamente más difícil, y en partes, habían cuestas empinadas. Mi predicción inicial de que las habilidades oxidadas volverían apenas se practicara un poco fue definitivamente desechada cuando Sergio me contó que nunca había andado en bici sobre nada que no fuera asfalto duro y parejo. Ah.
La rutina mía era avanzar 50 metros, esperar, avanzar 50 m, esperar, ver como S. venía dando vuelta a la curva empujando la bici, avanzar 50 m en subida, tener que volver para colocarle la cadena a la bici de S., avanzar 50 m, ad infinitum.
La paciencia se me agotaba; no era culpa suya tener tantas dificultades, y obviamente era extremadamente frustrante para él también, pero si el circuito hubiera sido más corto, habría sugerido hace rato ya que nos separaramos.
Al cabo de un recorrido desesperantemente lento, llegamos a las cascadas de los Ojos del Caburga. Entramos, y el espectáculo valió la pena, sin mencionar el aire fresco y húmedo que se respiraba al caminar entre los árboles y rocas, de mirador en mirador.
Ambos cargamos las bicis hasta un ciertpo punto, cerca de uno de los miradores. nos separamos, y yo dejé mi bici semi-escondida en uno de los múltiples y pronunciados desniveles del terreno.
30 minutos después, S. no estaba por ninguna parte. Tampoco lo habían visto un grupo de tres chicas que habíamos conocido por ahí. Recorrí el parque de extremo a extremo, y nada. Volví a la portería. Pregunté, nada.
Finalmente resultó que había estado buscando pasar al otro lado del río, donde se veían también pasarelas y algunos turistas. Frustrado y acalorado, nos informó que no había tal pasada, que se sentía profundamente decepcionado por la ausencia de un puente, y que más encima había tenido que cargar la bici todo este tiempo...
Un poco más allá de los Ojos del Caburga, nos separamos. Faltaba poco para el camino pavimentado a Pucón, y no pensé que S. tendría problemas para volver.
El camino que tomé comenzó en subida. Unos 500 más adelante, una bifurcación. Más allá, luego de subir aún más, carteles que indicaban la entrada a la cascada Balmaceda, Copihue, y quizás alguna otra. No entré porque todas eran en realidad "salones de té", y seguramente cobrarían por entrar. Y aún si lo que cobraran fuera poco, el hueveo que implicaría romper mi ritmo me hizo seguir adelante.
Más empinada la subida, más angosto el camino, más suelta la tierra, más exhausto y acalorado estaba. Una curva más, unos metros más, ya llegaremos a ver qué hay más allá. Llegó el punto en el que mi cansancio le ganó a la curiosidad, y volví.
Yo supongo que una bici de alto nivel tiene amortiguadores y resortes buenos, pero ésta parecía tener solamente resortes muy tiesos en la horquilla delantera. Al bajar por las cuestas, las piedras y las calaminas hacían vibrar el manubrio, tanto que cualquier dedo que no estuviera firmemente apretado contra algo, oscilaba tan salvajemente que causaba dolor.
Volví al camino original, donde me había separado de S. y anduve el km o dos que faltaba para el camino de asfalto. Cuando llegué, un cartel anunciaba 18 km a Pucón.
La vuelta la hice rápida, luchando contra el viento, el cual a veces era muy fuerte.
Llegué muy cansado, pero manteniendo un buen ritmo y sin estar falto de aire.
Asumí que S. ya habría llegado, ya sea por obra de su propia fuerza motriz, o transportado por algún buen samaritano con camioneta, pero no estaba.
Mientras conversaba en el Lobby con la gente que venía llegando al hotel para la conferencia, se detiene una camioneta y adivinen quién baja una bici de la parte trasera. Resultó que había estado conversando mucho tiempo con una chica alemana "increíble" en un salón de té, y que habían quedado de juntarse en Santiago. Parece que todo su sufrimiento valió la pena.
Como huésped del hotel, tenía acceso libre al Spa. Sudado, cansado y cubierto en una pasta de protector solar y polvo, una visita al spa era lo que más necesitaba.
No, eso no es un bronceado.
Sauna, baño turco, batas, pantuflas, música oriental de bajo volumen, tés aromáticos y agua fría a disposición, divanes para reclinarse, una pared completamente cubierta por una cascada de piedra, luces azules tenues en el suelo... la lista sigue. Después de todo eso, a la piscina temperada. Al igual que en la otra sección, estaba completamente solo.
Salí, subí a mi cuarto. En la piscina, e incluso antes, había notado una incomodidad en el pecho, un leve dolor general. Me recosté sobre la cama, con la intención de dormir. El dolor aumentó, al punto que no pude seguir horizontal. Cada latido dolía, y respirar profundo también. Durante varias horas estuve así, y cualquier esfuerzo lefe me dejaba con un dolor punzante. Me perdí el cóctel de inauguración, salvo una aparición relámpago de unos 30 segundos como para poder decir que estuve. Más tarde, con un ibuprofeno, el dolor bajó y pude dormir.
A la mañana siguiente, ya me sentía mejor.
La primera charla era a las 08:30, luego de un fantástico desayuno buffet. Me encontré con mi tutor de tesis, y se dio la siguiente conversación.
- Hola Paul!Se dice que la atención del público y también la cantidad de gente que entiende cabalmente el tema presentado en las charlas decae rápidamente a medida que pasan las diapos en la exposición del hablante.
- Miguel, hola.
- Parece que estabas medio enfermo anoche, qué pasó?
- Me sentía mal, bastante mal, pero hoy–
- (mirándome de pies a cabeza) Pero si te ves terrible!!
- –pero hoy ya me siento mejor.
- Ah, que bueno.
Algunas charlas las seguí de lejos, con breves flash de reconocimiento de algo familiar o que había estudiado ya. También, a veces, entendía algo que me parecía novedoso o interesante, como una presentación sobre la extensión de los estados coherentes a potenciales no harmónicos, donde originalmente fueron propuestos por Glauber. Hubo, además, charlas completamente opacas, impenetrables, donde entendía nada más que la diapo inicial de título, y quizás la siguiente, de objetivos.
La charla del colaborador de mi tutor fue así, y en el coffee break, le dije: "Estoy seguro que fue una charla excelente, felicitaciones, pero lamento decirte que no entendí nada". Creo que se lo tomó con buen humor.
El lunes en la tarde fue la primera sesión de posters, donde correspondía presentar el mio. No generó un revuelo, pero sí tuve algunas conversaciones interesantes. Este es mi poster. Lo puedes bajar en PDF aquí o aquí, y puedes leer el paper original, "A Single-Ion Stochastic Quantum Processor" aquí o aquí.
Una de estas conversaciones fue con Rainer Blatt, el líder del grupo experimental que fui a visitar en Innsbruck, Austria. Me pidió una copia del paper sobre el cual se basaba mi poster. No tenía uno a mano, así que esa noche, después de comer en un restorán "mexicano", salí a buscar un local de internet, acompañado por Douglas, un tipo extremadamente simpático, quien posteriormente me enteré que colabora con mi tutor de tesis. Nos encontramos por pura casualidad con otras dos personas, pero eso ya es otra historia.
Entre los bloques de las charlas, café y galletitas, café y galletitas, comida estándar de físicos y matemáticos en todo el mundo. Algunas veces se servía en el jardín, al lado de la piscina.
Las charlas iban y venían, iban y venían. Los almuerzos eran elegantes y por lo general agradables, pero había una cierta falta de contundencia que hacía resonar el estómago de algunos. Aquí, unas amigas y un chico simpático.
La cena oficial fue espectacular, un verdadero banquete. Gran variedad de platos, y por fin! Mucho vino. :D
El miércoles tuvimos la tarde libre, y salí a caminar al borde del lago Villarica, más allá de todas las casas y toda civilización. Me detuve a sacar algunas fotos de las flores en el camino.
El volcán, siempre presente.
Sólo me encontré con pescadores, algunas parejas de hombres tomando sol, ese tipo de cosas que siempre existen en los alrededores de todo pueblo chileno :-). Como Pucón no tiene moteles, seguramente habrán habido hasta parejas haciendo cochinadas en los arbustos.
Para seguir, tuve que cruzar un riachuelo que corría bajo la capa de vegetación.
Todo tan hermoso.
Quizás lo único no ideal eran mis zapatillas. Habría sido mejor llevar bototos, siempre entraba arena volcánica.
Y luego, volví.
Quedaba todavía luz de sol, así que tomé una bici del hotel, y me largué por el camino al Volcán, con la intención de sacar alguna foto de éste. Llegué hasta uno o dos km más allá del comienzo del camino de tierra. No pude sacar nada decente: la vista siempre obstruida por cables o árboles.
Bajé nuevamente a Pucón, anduve por la Poza.
Esta foto me encanta: hasta parece cuadro impresionista. Todo por el vaivén del agua y el largo tiempo de exposición.
Sólo el ruido de las olas, y silencio.
El aire refrescaba un poco.
Llegó el jueves, y salimos todos a la plaza frente al hotel para tomar la fotografía oficial.
Después... después partí a Caburga. Me quedaban pocas horas antes de partir, y quería aprovecharlas bien. Arrendé un bote a pedales, y salí al lago Caburga.
Me acerqué a la orilla, pero no quise arriesgar atracar, porque el fondo subía muy gradualmente, y podría quedar atorado en alguna roca.
Llegué mucho más lejos que esto; esta foto es ya casi de vuelta en la orilla.
Un poco de pan fue tirado para los pájaros, y se abalanzaron sobre él, golpeándose entre sí a veces con las alas.
Era hora de volver, y cansado, y sí, hasta un poco triste de partir, me subí al bus, y volví a Santiago. A la mañana siguiente, para llegar a casa, tomé el metro. Qué contraste! :-(
21 Comments:
Esos paseos son increibles! Los adoro! Tanx por las fotos! Fue un relajo. Me trajo muy buenos recuerdos de un congreso el año pasado en la misma fecha con paseos similares pero caminando (muchas horas) y la comida final tb muy rica con fiesta :P
Besos!
JeCka
Bonitas fotos maestro. Espero alguna vez me enseñes técnicas para tomar ese tipo de imágenes.
Alguna vez estuve en Pucón, pero no recuerdo mucho. Espero en febrero andar por allá en moto.
Nos vemos y felicitaciones: otro excelente relato.
Saludos, Celso.
Genial experiencia, espectaculares tus fotos!!! Me hacen sentir como sentimientos encontrados... el sur es TAN diferente, ahora que me toca regresar por un rato... por un lado me muero de ganas de volver a esos paisajes tan lindos, con esa vegetación tan frondosa e interminable, pero por otro lado me da lata dejar ésta tóxica ciudad que de tantas historias me provee. Será pues entonces... tendré que empezar a escribir sobre volcanes, leyendas, lugares donde siempre andan las mismas personas, o sobre la aventura de enotrar un motel en un pueblo chico donde todos te conocen!! :(
Qué sé yo? En una de esas algo cae, o no cae nada!!!!
Whatever will be just fine :/
Saludos Paul! el a~no pasado tuve un congreso en Pucon en esta fecha tb, e hice el mismo recorrido en la cleta! la cago el flashback...
muy buenas fotos, gracias por el aporte.
Jose M.
jmfernand.blogspot.com
Buen relato. Esperaba algo así desde que supe que irías de viaje. Faltaron algunas fotos, eh? Pillín?
Un abrazo, amigo.
Siempre me sorprendo como se "tortura" la gente en esos congresos.
buena fotos
R.
Varias dudas...
Supongo q S. no se volvió a subir a la bici JAMAS!!!
Aunqe deberías agradecerle, sus demoras te permitieron sacar las fotos pertinentes...
También creo q te faltó contar algo... "pillín"
Saludos!!
Incredibly beautiful photos. They just get better and better.
Paul,
Excelelente crónica, como siempre.
Saludos!!!
DanielR
Que buenas imágenes que envidia quiero estar ahí nuevamente!!! En el viaje al sur estuve en Villarrica un par de días sin poder recorrer por problemas con el neumático de mi moto, se rajo en la mitad del camino entre Pucon y Villarrica, no tenían la medida tan especial de la rueda trasera “120/90-16” pfff.
Saludos
Francisco.
http://www.fotolog.com/off_road_spirit/
Te envidio. Pucón en esta época esmas maravilloso, porque aún no se inunda de turistas.
Me pregunto por qué en tus reuniones de fisicos hay fisicas...
Y me gustaron mucho los colores de tus fotos, me preguntaba si las retocaste, o no.
Saludos
Pablo
Qué genial! ^_^
Había llovido hace poco, onda el día antes de que llegaras? Esas nubes blancas-blancas, preciosas, de algodón, siempre las veo después de la lluvia...
Qué rico! Así dan ganas de ser físico... y con los cuentos jugosos de los de astro, dan ganas de ser astrónomo...
Ese es mi camino, claramente!
Bonitas fotos, buen relato, felicitaciones.
Me recuerdan unas bellas e inolvidables vacaciones con mi polola...saludos a ella donde quiera que esté...
Jose Cummings F
the oldboy...
Gracias por los comentarios.
Pablo: Sí y no. En iPhoto, con la calibración automática de las imágenes dada mi pantalla y cámara (el perfil ColorSync de OS X) se supone que las fotos se ven óptimas. El problema es que cuando las exporto, y las paso por el programa que escribí para ponerles la etiqueta (PNGwriter+ImageMagick), lamentablemente algo le pasa a la saturación del color. Sólo descubrí esto hace poco, dado que el fondo del blog es blanco, y hasta el momento no se notaba. En estas fotos volví a recuperar parte del color perdido, aumentando artificialmente en un 20% la saturación del color.
Y la falta de turistas fue genial...
Layfan: Sí, efectivamente. El lunes llovió, y caminé bajo la lluvia en bata, luego de salir de la piscina temperada. Muchas cosas positivas salieron de ese acto. Llovió también cuando partí, me informaron.
Jose: Tu nombre me es familiar... fuimos compañeros de colegio? Aunque seguramente no de nivel, claro, hacia el final de 4º medio logré aprenderme todos los nombres. Y es raro, pero el que le digas todavía polola y no ex, pero no sepas dónde está, me sugiere que algo triste pasó, es cierto?
d.
Te pasaste Paul, excelente!
Oye eso sí lamento mucho tu precaria pieza jajaja, ahhh y saludos te manda la Calu tu amada secretaria :-p
Que ganas de estar ahí!!!!!!
dos y media de la mañana, terminando un informe en derecho, estresada hasta en las uñas tus imágenes me hicieron volar.
Thanks!!! :)
P.D: Mi favorita esta vez son dos: la foto de los pies jmjm y la del barco en el muelle en pleno ocaso :)!
impresionantes fotos, adorable la historia del perro y el poster.
un abrazo
Ooh, buenisimas fotos..
Cuando tenía 2 años anduve por el Lago Caburga, pero me acuerdo un poco.
Es muy bonito por allá
Saludos!!
El Blog ta Chevere , pero seria bueno si te pones algo mas sobre las conferencias , ojala q pongas algo mas sobre las conferencias
Castor: Gracias!
Maga: Aprovecha, tú que por lo menos sigues en Chile.
Apple Crumble: Tu nombre me da hambre.
Foix: En verdad es muy bonito.
Anónimo: Para qué? Qué lata.
Saludos,
d.
hermosas las fotos
saludos
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