Sunday, April 19, 2009

Rally Dakar Argentina-Chile 2009

Por esas cosas de la vida la mítica carrera Paris-Dakar, que venía corriéndose desde el '79, se realizó por primera vez en el continente americano, entre Buenos Aires y Valparaíso. Pero la ruta ya había sufrido modificaciones. De hecho, consideren:
  • 1979–1980: Paris–Dakar
  • 1981–1988: Paris–Algiers–Dakar
  • 1989: Paris–Tunis–Dakar
  • 1990–1991: Paris–Tripoli–Dakar
  • 1992: Paris–Cape Town
  • 1993: Paris–Dakar
  • 1994: Paris–Dakar–Paris
  • 1995–1996: Granada–Dakar
  • 1997: Dakar–Agadez–Dakar
  • 1998: Paris–Granada–Dakar
  • 1999: Granada–Dakar
  • 2000: Dakar–Cairo
  • 2001: Paris–Dakar
  • 2002: Arras–Madrid–Dakar
  • 2003: Marseille–Sharm el-Sheikh
  • 2004: Clermont-Ferrand–Dakar
  • 2005: Barcelona–Dakar
  • 2006-2007: Lisbon–Dakar
  • 2008: cancelled
  • 2009: Buenos Aires–Valparaíso–Buenos Aires
(Fuente: Wikipedia)

Yo tuve la suerte de estar en Chile para su venida, y más aún, de toparme con los vehículos en la Ruta 5. No andaban en carrera, sino que venían tranquilos luego de pasar el Paso Los Libertadores desde Argentina, donde los retrasos aduaneros habrían hecho ridículo cualquier intento de competir. Además al día siguiente tendrían un día libre en Valparaíso, para descansar.

Me limitaré a poco más que compartir las fotos y los nombres de los pilotos.

La primera moto me la encontré afuera de una Copec en la Ruta 5 Norte. Su piloto había sido tentado por el hambre.

095 LIBBRECHT Franck (FRA) - KTM 690


Fue interesante ver su equipamiento. La gente se sacaba fotos con la moto. Algún wevoncio incluso se subió, pero no pasó a mayores.



Poco a poco comenzaron a llegar más vehículos. Algunos seguían de largo. Habrán comido ya o se habrán estado aguantando el hambre.



Incluso se aparecieron unos vecinos.



Era interesante ver el estado variable en el que pasaban las motos. Algunos hechos una bola de tierra, otros a medias, otros impecables.

009 VILADOMS Jordi (ESP) - KTM 690 RALLYE


Algo nuevo para mi: los camiones de carrera. Al comienzo pensé que eran camiones de apoyo, pero no: son camiones de competición hechos y derechos.



Ven las barras de refuerzo en la cabina?



Al fin y al cabo mucha de la superficie externa de estos vehículos no es más que un cascarón desechable de fibra de vidrio.



Pero ciertamente no en el caso de las motos.

101 JUNCO ANDRES Aurelio (ARG) - KTM 690 RALLY


Éste tuvo un problemita.



Otro con un problemita.

125 KOOLEN Kees (NLD) - HONDA CRF 450 tirando de 138 VAN DER LAAN Johan (NLD) - HUSQVARNA TE 450.


De la Copec pasé a un peaje. Supuse que sería una buena oportunidad para tomarles algunas fotos con la luz del atardecer, sin que estuvieran ni detenidos ni pasando a 120 km/h.

127 MAION Mauro (FRA) - BETA


Sólo puedo imaginar el cansancio.



Unos metros más allá del peaje estaba un camión HAZMAT del primer cuerpo de Bomberos de Llay Llay, dándoles una lavada de cortesía y bienvenida.






227 BRAAT John (NLD) - KTM 690 RALLYE


Algunos se detenían, algunos seguían de largo.






Había una buena cantidad de gente que se había detenido a mirar, como yo.

171 MAS Thierry (USA) - KTM 525 XCW


Y con eso llegamos a esta notable foto. Pilotos de una carrera a nivel mundial obligados a pagar peaje, hurgueteando en sus bolsillos, las manos tiesas por el cansancio, las monedas cayéndose, la falta de moneda local, la incomprensión a veces total del español, o en casos mejores, del acento chileno. A los gerentes y administradores de la autopista, a ustedes les digo: weeeena compadres. Qué espectacular muestra de provincialismo y falta de creatividad.

178 SCHIANO Eric (FRA) - SHERCO 250, 154 PENNARUN Philippe (FRA) - YAMAHA 450 WRE, 052 BONNET Pierrick (FRA) - KTM 660.


052 BONNET Pierrick (FRA) - KTM 660


Poco a poco fueron pasando.



178 SCHIANO Eric (FRA) - SHERCO 250


Uno que otro haciendo un wheelie para los niños.



No faltó el típico quiltro chileno, presente en todo acto público.









Qué solape más extraño. Un hombre viajando a su casa, esperando el bus intercomunal como todos los días, y una quad del Dakar.



267 CARLINI Eric (FRA) - POLARIS OUTLAW 525


La luz se iba, la espera entre cada moto se hacía más y más grande.



Qué les parece, eh? Porque verás como reciben en Chile al amigo cuando es forastero.

213 IRVINE Sunny (MEX) - YAMAHA WR 450, 230 SLAPSYS Mindaugas (LTU) - KTM 690 RALLY


Y finalmente, lo más raro de toda la tarde. Tres motos impecables, tres pilotos impecables, tres apellidos idénticos.

160 DOMET Arnaud (FRA) - YAMAHA 450 WRF, 161 DOMET Bertrand (FRA) -YAMAHA 450 WRF, 162 DOMET Philippe (FRA) - YAMAHA WRF 450


Buscaban dinero. No hablaban castellano. Alcancé a escuchar un vas-y, vas- y, equivalente al dale, dale que tantas veces nos hemos dicho entre Rodrigo, Chico y los demás cuando uno paga y el otro tiene que pasar para activar el sensor de la barrera.



Esperé un buen rato más, pero la luz se había ido y había que seguir con el paseo.

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Thursday, April 16, 2009

De Valparaíso a Ritoque

Durante las tres cortas semanas que estuve en Chile en el último viaje logré hacer una escapada a Valparaíso. Este paseo fue distinto al resto, sin embargo: no fui en la moto, sino que en el auto.



La falta de contraste de colores por la bruma suave fue compensada por la geometría Escheriana que tanto caracteriza los cerros del puerto.



A Valparaíso nunca lo conocí bien. Durante mis seis años en la quinta región, nuestras visitas se limitaron principalmente a incursiones relámpago para comprar pinturas de esmalte para mis aviones Airfix, llevar amigos de la familia que venían a turistear y visitar buques de la Armada a modo de paseos de curso. Sí: una consecuencia de asistir a un colegio saturado de hijos de oficiales de la Armada es que casi el 100% de tus paseos de curso son a buques. Las únicas excepciones que recuerdo fueron una visita a la fábrica Pax, marca de materiales artísticos para escolares y al planetario, ambos en Santiago.






Cientos y cientos de turistas pisando tierra firme por primera vez en varios días, viendo de cerca el puerto.



La bruma me tenía las pelotas por el piso. Todas las fotos con bajo contraste, poca saturación, luz uniforme. Si la vida te da limones, como dicen, haz pisco sour. Así que busqué recrear el efecto de una foto vieja, de esas donde sales pequeño, o de cuando no existías todavía, desgastada por el tiempo, con algunas manchas de moho.



Y sí, me gustó el efecto. Hay poco en qué basarse para decretar que estamos viendo un Valparaíso moderno (al ser observadores no expertos, claro).



Bajando...



Al pie del ascensor se encuentra esta notable estatua, frente a la Corte de Apelaciones de Valparaíso. No encontré una versión definitiva sobre su origen, así que no reproduciré las varias versiones que alcancé a leer. Invente la suya!



Usted otra vez? habrá dicho la cara del operador del ascensor. Y sí, estaba en su derecho, ya que hacía menos de un minuto que había abandonado el recinto. La estatua fue mi único destino al salir a la calle y, una vez visitada, volví a subir.







A pesar de no tener mucho con qué comparar el Valparaíso turístico de hoy en día, sentí que estaba cambiado, que habían surgido nuevas corrientes culturales en la última década que distaban mucho del Valpo de Lucas, de los ascensores, del Café Turri. Era el movimiento de la gente joven y creativa, esa que renueva y transforma barrios viejos. Los stencil, las pequeñas tiendas de diseñadores independientes, los cafés y boliches con un enfoque distinto. El único punto de comparación que tengo es el de Palermo Viejo, en Buenos Aires.



Por si no alcanzan a leer, lo que el tipo está levantando es una caja de Postinor, un contraceptivo de emergencia. Alude a la controversia generada por sectores conservadores de la sociedad chilena que buscan su prohibición. Sí señor: hay de todo en Chile.



Esta pareja me encantó.



Entre el graffitti weón, los garabatos de gente que no contribuye, emergían a veces obras como la anterior. Tendremos algún día al Banksy chileno? Quizás ya nació. Quizás ya está pintando. Crucen los dedos.



Hace muchos años pasé una noche en una casa de Valparaíso. Fue una noche extraña, amarga, un augurio de cosas malas que vendrían a futuro y al que no le hice caso, pagando caro. Mientras caminaba calle arriba, calle abajo, me preguntaba si me toparía con la casa, por casualidad. Me preguntaba si acaso podría reconocerla. Pienso que no: de aquella noche quedan recuerdos de algunas partes del interior de la casa, los techos altos, los múltiples pisos, su ubicación precaria sobre la quebrada, la gran puerta de la entrada. Recuerdo también una placita, y un balcón sobre la plaza desde donde habían colgado un trapecio. Más, ni idea.



Quizás mejor así; dejar que ese día del 2001 muera tranquilito.



Les aseguro que no le hice nada a la siguiente foto. El aire de tarjeta Hallmark ciertamente no fue intencional.



El dique "Valparaiso III", de Sociber. Viviendo en la costa de la Quinta Región, hay palabras que entran al subconsciente por repetición sutil. El nombre de esta empresa seguramente es una de ellas.




Allá, los buques de la Armada. Cuál habrá sido la torpedera en la que nos pasearon frente a las playas de Reñaca? Ni idea.



La verdad, no era muy buen día para tomar fotos de los multicolores cerros.



Esta foto, balanceado sobre una angosta vara horizontal.



Para ubicarme en las estrechas y retorcidas calles de los cerros había llevado el GPS. Unos meses atrás, le había puesto el mapa Chile Streets. Esperaba que tuviera ciertos errores, pero no esperé que me indicara que me tirara cerro abajo por unas escaleras. En la XR, con miedito, pero te lo hago, como los Carabineros. En el Hyundai, no gracias. Ésta no era la bajada, dicho sea de paso.



De Valpo a Viña, a la Av. Perú.



El Marga-Marga. (click).






Y de Viña a Reñaca. Al final de Vicuña Mackenna, pasado el Club Español, por una calle cuyo nombre no recuerdo, al fondo, al final y bajo un gigante árbol de musculosas ramas sustentando un techo acuencado de hojas frondosas, ahí paraba alguna vez un hombre y sus caballos. Los arrendaba por hora. Eran caballos por lo general mansos, hermosos, bien cuidados, no como los pobres zánganos de las playas de la Quinta Región, sudados todos y tirados como por un elástico invisible hacia el origen de los paseos. No; éstos eran otra cosa. Y con mi papá íbamos de paseo a los bosques de pinos, pisando la arena polvorienta, a veces jugando a las escondidas, a veces galopando, haciendo carreras. Ahí fue donde se soltó la cincha y me fui a tierra en pleno galope. Le iba ganando a mi papá, según recuerdo. Por suerte caí sobre la arena de la huella. Y me volví a montar, después de que el caballo quedara con ojos saltones por la cincha re-apretada. Fueron buenos paseos.



Y luego a Reñaca. Para los chicos, tengo un consejo. Si quieren mirar chicas bonitas, no vayan a podrirse al sol todo el día. Vayan tipo 6, 7 pm, cuando la gente comienza a irse. Tomen asiento en uno de los banquitos del malecón y disfruten.



Por la calle principal estaban los flippers, donde iba a comprar fichas primero a 30 pesos y luego a 50 y ahora no sé a cuánto estarán. Y por ahí al ladito, el Luquillo, un almacén con un poco de todo, donde mi mamá me compraba a veces un Loly Pop, helado de doble palo. Qué lujo.



De Reñaca a Con Con, por una empanada de jaiba con parmesano, antes pasando por el Club de Yates Higuerillas, donde aprendí a navegar en Optimist.



Hago la diferencia entre saber navegar, y navegar Optimist. Los conocen? Imaginen una tina de fibra de vidrio, sin desagüe y con mástil. Eso es un Optimist. Hasta el nombre delata su diseño precario. Ustedes se subirían a un avión modelo Optimista? Pues ahí navegaba, en los fríos días de invierno marino, las manos pegajosas y heladas, el asiento de los jeans inevitablemente mojado. El paso final del curso era zozobrar manualmente el botecito, parándose en el borde y tirando del mástil. Nadie quería. Hacía frío, nadie quería empaparse. Creo recordar que fui el primero en ofrecerse. Ahí, entre los yates atracados, el agua oscura y la leve brisa, tiré del mástil del Optimist, llevándolo hasta el agua. Recordé los cabos y amarras de los flotadores, de los yates, recordé cómo éstos se cubren de algas, aumentando su volumen, pareciendo enormes tentáculos peludos. La brisa llevó al Optimist todavía volcado entre dos yates. El cielo se había reducido a una angosta franja sobre mi cabeza. El resto era agua negra, paredes blancas y curvas, horrores bajo la superficie.

Eventualmente logré tirar el Optimist hacia lo abierto, y lo enderecé. No es una experiencia que quiera repetir.



El sol estaba bajo en el cielo. Quería ubicarme en la playa para el atardecer.



A Ritoque pues. Ahí aprendí a dirigir cometas de doble mando, también con mi papá. Más que hacer piruetas de círculos, cuadrados y demases, prefería volar de lado a lado, a ras de suelo, dejando una raya en la arena con la punta del ala. Sin chocar, claro. Y si tenías mucho cuidado y llevabas la cometa hacia un lado, cosa que casi estuviera de frente al viento, era posible hacerla aterrizar de manera vertical, cosa de que un buen tirón la hiciera despegar otra vez.






La Refinería de Petróleo de Con Con. Lástima que no la vi de noche.



Y lástima que todo ahora tenga que venir en bocados pequeños, minúsculos. Trocitos de lo que uno recuerda.



El sol ya se ponía. Paciencia.



Ahí está.

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