Tuesday, May 20, 2008

Cerro Renca

Desperté con frío. El profundo y constante rugido de los motores seguía igual, aunque gracias a los tapones, ya ni lo percibía. Ajusté la delgada manta que cubría la mitad inferior de mi cuerpo, y luego la otra, que me tapaba los brazos y el pecho. Parecía momia andina. Tenía frío porque estaba en polera, shorts y chalas, encaminado hacia un Santiago bajo el frío ocasional del otoño.

Había dejado Albuquerque con 35 °C y un plan maestro de evitar la molestia de quitarse aparatosamente los zapatos para la revisión del TSA. El plan funcionó, pero a medias. No perdí tiempo en seguir el procedimiento imbécil de quitarse el calzado, colocarlos en la cinta hacia la máquina de rayos X, pasar por el pórtico, quitarlos de su bandeja de plástico y colocárselos.

Sí perdí tiempo al ser elegido "aleatoriamente" para una inspección minuciosa, personalizada. Me revisaron absolutamente todo el equipaje de mano. El tipo habrá pasado la varita con el trozo de tela unas veinticinco veces por fuera y dentro de mis bolsos, y de su contenido. Cada pasada de la varita terminaba con el trozo de tela en la máquina detectora. Pasaban unos segundos, alguna luz cambiaba a verde, el tipo abría la puerta de plástico, sacaba el trozo de tela, y lo fijaba a la varita.

Lo que sí puedo decir, a su favor, es que durante todo el procedimiento fue cortés y profesional. Mientras metía sus manos en mi bolso, sacando ítem por ítem, su postura corporal comunicaba una cierta deferencia hacia mis pertenencias: la cintura alejada del mesón, la espalda innecesariamente inclinada levemente hacia adelante, los codos hacia afuera. Detalles insignificantes, pero que para mi, al menos, hacen toda la diferencia. Si van a violar mi privacidad con medidas inútiles y retardadas, por lo menos que lo hagan con cortesía.

Acepté una bandeja de desayuno. Me froté el sueño de los ojos. Por la ventanilla, el Aconcagua, al amanecer.



Mis padres me pasaron a buscar al aeropuerto. Había aterrizado sobre una capa densa de neblina a ras de suelo, y seguía ahí en el camino a casa.



Esa misma noche se casaba Ignacio, un amigo de hace mucho tiempo.



Casi me da ataque de risa al ver la palabra que adornaba la cabeza del flaco.



Al día siguiente, asado en la casa de Ikari, otro expatriado más. Él pasa su tiempo en África, eso sí. Asistió Álvaro. Le va bien con su negocio de parrillas, defensas y accesorios varios para motos.



Jare.



Don Jano. Antes lo veía seguido en los paseos, cuando éstos eran sobre asfalto, cuando nos juntábamos todos.



Hora de volver a casa. El smog de otoño, cómo olvidarlo.



Álvaro me contó sobre el estado presente de los reclamos de los motociclistas por un cobro justo y proporcional en las autopistas urbanas de Santiago. En resumen: nada bien. Las concesionarias se negaron a rebajar la tarifa para las motos, como sucede en cualquier otro peaje que yo conozca, y comenzaron a instalar cámaras que registraran la patente trasera de las motos, además de la delantera.



Instalé los risers marca Tusk. $20 muy bien invertidos. Noten las golillas cumas.



Fui a Lira. Había decidido terminar de una vez por todas con la comedia de usar neumáticos lisos en la tierra. Iba por unos MT-21, con los pesos contados. Pero no importaba, porque pronto me pagarían una traducción que había estado haciendo, un trabajo para un antropólogo chileno. Había entregado el último documento la mañana que llegué a Santiago.

Lira parecía una calle bombardeada. Todo en nombre del Transantiago.





De vuelta, por Av. Providencia, una linda vista del Cerro San Cristóbal. Les aseguro que está ahí, detrás del smog.




En eso estuve. Ah, y la primera semana que estuve en Chile, lo pasé resfriado, con un par de días en cama. Qué entretenido, no? Veía el cielo azul desde la ventana de mi cuarto y me aguantaba las ganas de estar afuera, en la moto. Y no había escuchado ni pío del antropólogo en respuesta a la última entrega, donde le había solicitado su opinión sobre los últimos puntos que quedaban por aclarar.

Finalmente, después de tantos días perdidos en cama, salí con destino nuevo: el Cerro Renca.

Entramos por un camino público que no daba indicios de ser nada especial.






Ah, pero si no es ese cerro con la cruz blanca! Cuántas veces habré visto ese cerro de noche, volviendo por la Costanera Norte, ya sea en auto o (antes del fiasco del tag) en moto, pensando que era la Virgen del San Cristóbal, sólo para darme cuenta que faltaban varios kilómetros más antes de llegar a Providencia.



Hasta allá llegaríamos.



Desde el primer instante que toqué la tierra esponjosa y levemente húmeda del Cerro Renca, los Pirelli MT-21 se lucieron. Pero así cualquiera! me dije, maravillado ante el agarre en aceleración, frenada en descenso, curvas y lo que uno quisiera. Así cualquiera, así cualquiera. Atrás quedó el jugo con los neumáticos lisos.



Y qué vista– un aire espeso, sucio: (click)



El cerro Renca tiene un cerro más pequeño en su lado oeste. Éste es el Cerro Colorado. Entre ambos cerros, en un punto de ensilladura, nos encontramos con algo un poco fuera de lugar.



No habían pasado ni 10 minutos en el cerro, y Rodrigo ya me estaba guiando por trepadas y descensos. En una de estas trepadas, por muy buena tracción que tenía en la rueda trasera, comencé a desviarme hacia un espino. De alguna manera u otra dejé caer la moto. Cayó de la peor manera posible: de manera invertida, con el respiradero del cárter en posición baja. Pasó lo que me temía, y vi como el aceite (caro y con unos veinte kilómetros de uso) se escurría por debajo del asiento, empapando la tierra. A tirones intenté girar la moto, y Rodrigo me ayudó a levantarla. Todo el costado izquierdo estaba cubierto de aceite y tierra, y mis pantalones también.

La molestia no era la suciedad, sino que ahora ya no tendría claro cuánto aceite tenía la moto. Medirle el aceite correctamente a una XR es una tarea tediosa, difícil. Confieso que hace tiempo ya había optado por simplemente no hacerlo, agregando aceite periódicamente. El problema es que este método había resultado ser peligrosamente incierto: en el cambio de aceite del día anterior, obtuve menos de un litro de aceite usado, cuando debería haber sido 1.3 litros. Quedó claro que mi criterio durante el verano pasado (ver si se había perdido aceite en una caída) simplemente no funcionaba. Es posible que, dado el número de caídas, se produjera una pérdida acumulada significativa. Por la puta.

Éste fue el punto donde dejé caer la moto.



Y ésta es la vista que tenía frente a mi al momento de desviarme.



La ladera sur-oeste del Cerro Renca tiene una cantidad notable de árboles.



Sobre el Cerro Colorado se encuentra el ACC Santiago.






Después de la baja densidad gringa, ver una urbanización santiaguina es algo bastante impresionante.






Con los MT60, habría perdido el control en un descenso como éste, de unos 30°, quizás más, sobre una superficie de pasto seco y tierra suelta. Aquí, ya no me bastaba un dedo para el freno delantero. Lo podía aplicar con fuerza y confianza.






En la distancia, un cementerio.



Otra vista del ACC (Area Control Center) de Santiago.



Ni calor, ni frío. La visibilidad era pésima, considerando que era un día soleado.






Decidimos subir hasta la cruz.



Un desvío en el camino.



Y pues lo logramos. Ahora sí que tenía calor.



Y el smog, como para no creerlo.



Los vientos aquí arriba son fuertes. Y no es distorsión de la cámara: ese poste de cemento está realmente doblado.



No hay nada que se pueda interponer entre un vándalo y su graffitti.






Los faldeos del cerro están regados de las enormes planchas de latón usadas para forrar la cruz. Supongo que cada invierno se desprenden algunos, pero no vale la pena ir a buscarlos. Caen lejos, muy lejos.



Bastante increíble estar haciendo enduro en medio de la ciudad, no?



Y ésta era la vista: (click)












Como para subir y bajar todo el día.





En la distancia, la Costanera Norte.






Era hora de bajar.



Pero no sin antes subir y bajar unas cinco veces más por esta ruta.












Y por el otro lado del cerro, una cantera.



Y más grande. (click)



Estuvimos jugando en esta subida un buen rato. Es larga, larga. En una 250, si no la mantienes en segunda a fondo, te quita progresivamente toda la velocidad.




Yo llegué hasta aquí nomás. No me caí, sino que vi que estaba perdiendo velocidad, bajé a primera, y desvié mi trayectoria hacia un costado, desde donde podría ver cómo subía Rodrigo.





Nos encontramos con nuestros dobles: un tipo en una XR250R y otro en una TTR250.



Las sombras se hacían largas, la luz se volvía más dorada.



Ojalá no se cansen de este efecto. A mi me gusta bastante.



Nos dirigimos hacia el lado este del cerro. Ahí había otra trepada, mucho más larga y levemente sinuosa.



Me pregunto si nuestra silueta habrá sido visible desde la ciudad, un par de puntos negros en la loma del cerro.



Hora de descansar un rato.












Sin retoques. Ésta fue la puesta de sol.



Practicamos el sutil arte de verse cool dando vueltas en círculos cerrados (con humilde éxito), y volvimos a casa.



Al día siguiente volvimos al Cerro Renca. El smog había empeorado.



Los trabajos en el túnel que cruza el Cerro San Cristóbal están bastante avanzados.



Han visto una bandera más sucia?







Esta vez nos acompañó Daniel.



Un retrato de dos hermanos.



Subimos a la cruz, pero por otro camino, sobre rocas enormes y filudas.






Rodrigo le hizo algunos hoyos al silenciador, y le ayudó un poco con la potencia. Subidas en las que antes se calaba el motor, ahora eran realizables.



Y en la distancia, Santiago ahogándose bajo el smog.



Flojera. (click)



Bajamos hacia la trepada larga del día anterior.










El sol bajaba sobre el horizonte. Era hora de encaminarse hacia la salida.



Daniel tenía un compromiso, así que se adelantó.



Yo le sugerí maquiavélicamente a Rodrigo que intentara esta subida.





Y los dejo con lo que es, en mi humilde opinión, la primera incursión exitosa en el mundo del HDR. Quizás esta foto no captura lo que se veía ese día, a modo de registro, pero en mi mente, así fue el último momento antes de bajar del Cerro Renca.

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10 Comments:

Blogger Terapia PNL Salud said...

Excelente relato del Cerro Renca. Lo malo es que ahora todos se enterarán de las bondades de este lugar para nosotros y se empezará a llenar y probablemente nos empiecen a cobrar para entrar.
Pero, en fin, habrá que aprovechar mientras dure.

9:44 PM  
Blogger Golondrina said...

Muy buen post Paul, me gusta lo urbanas que se ven tus fotos...y conocer otro pedacito de Chile con tu motocicleta siempre resulta entretenido..
Un abrazo.
R.

9:39 PM  
Blogger Victor said...

Muy buena salida la que tuvieron, yo tuve la oportunidad de conocer el cerro gracias a Xago( ya me entere de las bondades asi que sonaste jajaja), y la verdad es que es totalmente adictivo por la cantidad de trazados, subidas y bajadas. Felicitaciones por las fotos y los videos tambien

1:44 AM  
Anonymous Anonymous said...

no se como llegue aqui...pero las fotos son preciosas!!!
wena direccion de arte
saludos

11:26 PM  
Blogger Nacho said...

Realmente maravillosas tus fotos Durandal, te felicito y te invito a que veas nuestros videos de algunas de nuestras aventuras en nuestras suzuki GN 125H. Saludos

Aventura Carretera Austral Patagonia
http://www.youtube.com/watch?v=SMDPQrqaV3o

Paseo Embalse del yeso y otros lugares.
http://www.youtube.com/watch?v=jaUKnB-KjQY&feature=related

Pd: que agradable saber que existe gente que disfruta la vida como nostros.

6:16 PM  
Anonymous Anonymous said...

HOLA DURANDAL...

ESPECTACULAR TUS RELATOS Y LO IMPRESIONANTE DE TUS FOTOS..DE AQUI DE TALCA SALUDOS DE "CLUB" ENDUROTALCA...SI TIENES VIAJE POR ESTA ZONA CORDIALMENTE INVITADO , NO TE OLVIDES DE TU CAMARA , EL ENDURO EXCURSION DENTRO DE LO QUE SE PRACTICA AQUI LA LLEVA...

SALUDOS

3:50 PM  
Blogger tmc said...

Aterricé en tu blog de casualidad pero las fotos son impresionantes. Gran trabajo. Enhorabuena!

10:47 AM  
Anonymous Anonymous said...

Te felicito por compartir lo que haces...sigue adelante.
Yo viví en Renca en mi niñez y juventud y conozco cada metro del cerro Renca y el Colorado, excelente fotogafia, me hiciste recordar mi niñez.
Gracias

11:28 AM  
Blogger nezah said...

increible tu blog compadre!!

excelente las fotos.. y nunca crei que alguien tomara los detalles de el cerro tan bien!

la foto final esta increible!!

saludos..y compartiré tu link en mi facebook para que más gente lo vea..

saludos!!

12:04 PM  
Anonymous Anonymous said...

Expectacular el blogg. Yo estoy empeñado en tratar de que este bello lugar deje de ser un basural.
Mi blogg es Bosquesparaquilicura.blogg.post ( o busca en google Bosques para Quilicura.
Felicitaciones nuevamente
Luis Mardones M

7:16 PM  

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