Tuesday, April 01, 2008

Retrospectiva Fotográfica 2007

Tranquilos, no reclamen, que ya vienen los artículos sobre los paseos en gringolandia. Pero esto es algo que tenía que hacer.

El Cantar de la Lluvia viene andando ya hace dos años y tanto, tirando para tres, y no podía dejar pasar el 2007 sin hacer una repasada breve sobre lo sucedido.

Fue un año de cambios: el viaje a la Carretera Austral, la experiencia ganada con Chico y Rodrigo, y el cambio de país (y el subsecuente vacío motociclístico), y muchos otros detalles secundarios.

Por su gentil paciencia los recompensaré con una que otra foto no publicada: bonus tracks, por así decirlo, lados B y otros, además de una mirada hacia el pasado, cuando mi cámara me acompañaba fielmente en otro tipo de viajes, captando imágenes no sobre un CCD, sino sobre un rollo de película de 400 ASA. También, fotos de mi tiempo ausente en Albuquerque, sin moto, buscando salir a flote y encontrar mi lugar. Todo termina en los espectaculares paseos de Diciembre '07-Enero '08, cada uno recorrido de comienzo a fin con otro ímpetu, otra corriente subterránea emocional: nostalgia, cariño por lo que se debe aprovechar en períodos acotados e incerteza por el futuro.

Sin más, entonces, los dejo con la retrospectiva.



* * *

e.l..c.a.n.t.a.r..d.e..l.a..l.l.u.v.i.a
.
el segundo año en fotos


Prólogo: El Remoto Pasado

Era otra época, con otras preocupaciones, otros temores y otros anhelos. La búsqueda de identidad y fundamento de la personalidad. El rechazo a lo mediocre, a la ceguera intelectual, a lo banal, buscando asimismo lo simple y lo trascendental. Cuánto abarcan esas palabras; a cuánta gente distinta por mares podría aplicarse lo anteriormente dicho. Pero yo era uno de ellos, y busqué mi manera de navegar esas incertezas.

Mis viajes comenzaron con un cuento. Éste ganó un concurso literario en mi colegio, para mi gran sorpresa, y en el sobre que me presentaron había un boleto de avión a Buenos Aires, abierto por un año.

No fui ese verano, no recuerdo por qué. (Ah, sí, el viaje a Miami para visitar a Constantino). Hacia la mitad del año siguiente, el '99, una amiga de aquel entonces me llamó de la nada un día, para decirme que llegaron unos amigos que conocí mochileando en Perú, van a estar todo el fin de semana Santa, pero tengo demasiado que estudiar, te puedes encargar tú de ellos?

De esa frescura nació una amistad que hasta el día de hoy sigue fuerte. Vaya, cómo hemos cambiado Julián y yo. El joven físico idealista, ideal, ideófilo, perseguidor de la belleza y la Calidad. El Porteño músico, poeta, sensible, ignorante del fútbol y vegetariano, por si faltara más. Ahí partimos.

Se acercaba Diciembre, el boleto amenazaba con caducar, y propuse visitar a Juli en Octubre. Y así fue.

Ah, éste es Julián:



Y éste era yo:



No se nota, pero ese pelo estaba negro y azulado al mismo tiempo, uno de los muchos colores que tuvo que aguantar durante mis primeros años de universidad.

El humor fue un notable punto en común entre el porteño y el santiaguino, el poeta y el físico. Por si les cabe alguna duda:



De ese viaje desprendí ideas concretas: quiero viajar; deseo viajar.

Y así fue. Descubrí que un bus te puede llevar lejos, muy lejos. Varias veces me fui hasta Arica en bus, 32 horas de estado zombie. Aquí, Sarita y yo esperamos en Calama, creo.



Fueron viajes matizados: un cortejo con el desierto, intentando rescatar los recuerdos del desierto Limeño que me vio nacer. Mientras mis congéneres promovían un ideal de bosques sureños, lluvia, ríos, glaciares, yo tenía los ojos del alma puestos sobre el desierto, la arena, el polvo, los ecos del imperio Inca.

Algo tendría que hacer al respecto. Y algo hice.



Fue un peregrinaje: Lima, Machu Picchu, Paracas. Algún día quizás narre lo que fue ese viaje. Resumiré diciendo solamente que volví para quedarme con una amiga peruana, conocida en Chile, y que de mis épocas de niño sólo vi a mi madrina y su familia, y unos buenos amigos de nuestra familia, los Peschiera. El resto: emigrados, perdidos en el tiempo (y encontrados, en su mayoría, via Facebook, después de unos 18 años de silencio). Era volver a la casa de tu infancia, pero vacía, sin la gente ni los muebles familiares. Caminé cuadra tras cuadra, siguiendo mi intuición, los recuerdos almacenados desde que tenía 8 años, y logré toparme con lugares enterrados en mi subconsciente.

Tiempo después, ya en casa, el poder comparar mis fotos con las de mis padres de sus viajes de antaño dio paso a fuertes remezones de vértigo temporal. Los mismos pórticos, las mismas tomas.




Tomé un bus hacia el sur, hacia Paracas, uno de esos lugares especiales que tiene este planeta. Caminé descalzo durante horas a solas por la orilla del mar.



Y en el desierto.



Pasaron los años, pasaron muchas cosas, demasiado como para contar aquí, naturalmente. Me resistí a la mentalidad de cubito de caldo Maggi, y traté de cultivar otros talentos. La prosa y la edición, la poesía, el cuento, el dibujo:



Lo que ven hoy en El Cantar de la Lluvia es ese mismo ímpetu, manifestado de otra forma, pero creciendo de la misma raíz vieja.


El Joven Verano del 2007

Bueno, miento: esta foto es del 2006, los últimos días del 2006, cuando el asesino y ladrón finalmente cayó muerto de viejo, sin que se le haya llevado a juicio. Aquí, mi impresión de su presente existencia. Calorcito, mi General?



Y bueh, llegó el 2007. Ahora sí. El 22 de enero defendí mi tesis de Magíster, esa tesis que chutié hacia delante una y otra vez, esa tesis por la cual llegué a esconderme de mi tutor detrás de un matorral (más de una vez). Pero esas eran otras épocas, otros aires, y finalmente le había dado el empujón final.



Atónito ante la nota máxima, salí a recorrer Santiago. Se cerraba un capítulo... y ahora qué?



Nació la idea de un viaje con Camilo. Heme aquí comprando neumáticos en calle Lira– hoy totalmente irreconocible, ejecución sumaria en nombre del Transantiago.



Por esos días vino la Pequeña Gigante de visita a Chile. No fui el único que la fue a ver.






Karlitos corría en Leyda. Ahí estaría yo para fotografiarlo.



Ojo: éste no es Karlitos.



Y me largué al Cajón otra vez.



Qué nos esperaba, allá en el Sur? Aguantaría la parrilla, las alforjas, la chaqueta? Ni idea.






Tendrían que aguantar. Y si algo fallaba, me las arreglaría en el camino, en el viaje.



Partimos.



Ahí descubrimos la mejor solución contra la lluvia: un barato y versátil traje de vinilo, el Chicken Suit.



De Hornopirén a Caleta Gonzalo.



De Caleta Gonzalo, pasamos a La Junta. Ahí conocimos a Tom, que sigue siendo un buen amigo hasta el día de hoy. Ya llegará el día en que le devolveré ese vaso de Cerveza D'Olbek. Ahí lo tengo, fondeado en mi maleta, donde guardo mis ropa interior aquí en Albuquerque (ya que todavía no compro un mueble adecuado). Ahí duerme el vaso, llevado desde Coyhaique hasta Santiago en la moto–tarea para nada trivial–por petición de Tom, para reemplazar el suyo, roto en un momento de descuido la última mañana en la que él, Camilo y yo estaríamos reunidos en un mismo punto, en una residencial de Puerto Río Tranquilo. Su camino lo llevaría hasta Ushuaia finalmente, y no volvería a pasar por aquella maravillosa cervecería familiar. Y luego de una estadía de unos meses en Santiago, el vaso fue puesto en una maleta–llena a punto de estallar–, portado hasta aquí junto con recuerdos e incertidumbres, para algún día ser entregado en la mano de su dueño, desde Coyhaique hasta donde sea que finalmente nos juntemos. Dado que Wisconsin se encuentra un poco lejos, ese vaso tendrá que mantener su noble paciencia todavía.



Pasamos por Queulat, por Puyuhuapi. Han visto cosa semejante?







Ah, sí. Coyhaique. No me molestaría vivir aquí unos meses. Aquí cumplí los 26.






El día de mi cumpleaños, salimos a dar vueltas con Tom y Camilo. Fue el día de los pinchazos, del polvo, de los quesos, del agua fría, y de los paisajes.



De los paisajes. Han visto regalo de cumpleaños semejante?






El camino hasta Puerto Río tranquilo, via Cerro Castillo nos dio viento, frío, luz menguante.



Y un Lago General Carrera como para no creerlo. Bienvenido al Sur.



Mientras Camilo y Tom recorrían un glaciar, yo partí al sur. La noche anterior, una conversación con Tom había sellado el mi decisión de llegar hasta Villa O'Higgins.






Y pensar que ésto lo quieren inundar.



De Cochrane partí hacia la última estocada hacia el Sur. Ahí aprendí a esperar.



Y a esperar.



Llegué. Villa O'Higgins, Bahía Bahamóndez, más al Sur no puedes ir sin subirte a un avión, barco o pasar hacia Argentina. Llegué.



Era hora del retorno. Partí hacia Caleta Tortel.






Ah, lo que me esperaba esa noche. El recuerdo me da escalofríos.



Otra vez en la ruta con Camilo, pasamos la noche en Puyuhuapi. Y él dónde había estado? Pues viviendo su propia aventura, claro.



Y luego hasta Chaitén. No lo sabía en ese momento, pero ese era el fin real del viaje.



De Chaitén a Quellón, de Quellón a Puerto Varas. Todo en un día. Sí, el viaje había terminado, pero yo no lo sabía.



Última parada: Valdivia.



Y vuelta a casa, al día siguiente. Yo no lo sabía, pero algo dentro de mi me llevó a hacer los 890 km desde Valdivia a Santiago en un sólo día. Nada de alargues maricones. Si va a terminar, que termine de una vez, en seco.

Y una vez de vuelta en Santiago, nos alcanzaron Tom y Christine, Norm y Will.



Otra ida a Baños de Colina, y una conquista de la yesera.



Por ahí también publiqué otro microcuento, aprendí a cambiar el líquido de frenos, y salió otro microcuento más.


Otoño

Y por fin vino Francisco a conocer mi patio trasero.



Rodrigo descubrió que la Transalp no es la moto adecuada para estas cosas.



Y otro microcuento.

Por ahí también nos escapamos hacia Farellones, a fotografiar la noche.



El Maestro Karlitos corría en Leyda ese Domingo, y pues no iba a defraudarlo.






Will y Norm seguían en Santiago. No se querían ir. Eventualmente partieron, llegando hasta Alaska. Hacia el final del viaje, Norm sufriría un accidente, dejando la moto en estado de pérdida total, pero él se recuperó pronto.



Al Cerro Chena me tiré. No me fue bien.



Nació el logo de El Cantar de la Lluvia.




Desarmé mi suspensión delantera, aprendí a hacerle mantención (y aprendí también a ajustar las válvulas de la XT225 de Jano).



Fui a visitar a Francisco, y nos largamos a Peñuelas.



Pero el Embalse El Yeso, las Termas del Plomo me llamaban...



Tuve mi primera lección de enduro con Chico. Aquí, él montado sobre mi moto.



Lagunillas.



Decidí escribir un artículo sobre la cámara que uso.

Por esa época los motociclistas de Santiago nos hartamos de que las concesionarias y el gobierno nos pase por la raja, y salimos a las calles.






Tag justo, pedíamos y pedimos.



Perseverancia, cuando eres bajito y montas una XR400 en la nieve. Perseverancia.



Desde la Cuesta La Dormida, mirando hacia la cordillera.



Ya caía el frío en la Cordillera, y ahí nos fuimos a meter, a Baños de Colina, pero por el otro camino.



Por esas cosas de la vida, esas vueltas que a veces da, me di cuenta un día que ya no estaba soltero. Mi emigración seguía avanzando lentamente, una enorme bola de piedra a lo Indiana Jones, pero en cámara lenta. Antes de que llegara la piedra, subimos a Valle Nevado. Ahí esquié por primera vez, y me gustó mucho más que el snowboard.



Ahí abajo, el hotel.






Pero al final ese asunto terminó desapareciendo como la misma nieve de la cordillera bajo el sol del verano, de manera tan definitiva y final que uno ni sabría que aquí hubo un manto blanco.




Invierno

Mi papá ofreció que lo acompañara a Buenos Aires. Ahí me encontré con mis primos Oli y Tommy (el de la siesta), y naturalmente Julián, en cuyo departamento me quedé. Y mi abuelo John, quien partiría pronto a su casa en San Martín de los Andes.



En casa de Thora, mi tía abuela, mientras Tommy siesteaba, yo hojeé un viejo album de fotos. Aquí, un road trip por Europa Continental por ahí por el '37, '38. Notan algo interesante?



De vuelta, sobrevolamos el paso Los Libertadores. Ahí abajo, el lago frente al hotel Portillo, la laguna del Inca, vista infinitas veces en cajas de fósforos Los Andes, y también en un paseo que hicimos hace tiempo.






En una salida a los cerros de Lampa, Chico nos ofreció estadía en su casa de El Tabo. Un tiempo después, partimos hacia la aventura. No habíamos ni llegado a la casa de Chico, y Rodrigo ya estaba en problemas.



Y en su lógica personal, es perfectamente admisible lavar una moto con agua de mar, si de limpiar fango maloliente se trata.



El segundo día Francisco fue nuestro guía.



Nos llevó a la central Hidroeléctrica El Sauce, y fuimos testigos de su saqueo.



Recuerdo claramente la desolación, la tristeza, la destrucción.






Alcancé a publicar otra carrera del Maestro Karlitos, pero sería la última de ese año que yo vería.

Pasé mis últimos días en Chile editando un video. El tiempo me quedó tan encima, que el posteo final al blog fue hecho en casa de Don y Suzanne, con quienes me quedé un par de noches apenas llegué aquí. El video es una especie de despedida: filmado desde el casco de Francisco, ustedes, los lectores, me acompañan por unos 15 minutos mientras recorremos el sector de Peñuelas. Si bien tiene sound track, la mayoría del tiempo me acompañan en silencio, simplemente recorriendo los caminos de tierra, dejando que los pensamientos fluyan mientras la mandíbula permanece inmóvil dentro del casco. Ah, qué tristeza, pero es una despedida que ustedes se merecen.

Y? Y qué pasó después? preguntó la gashinita.

Yo les digo lo que pasó, en resumidas cuentas. Tardé tres semanas en encontrar casa. Esas tres semanas, fui huésped de Aaron y Meredith, casados, de mi edad, gente buena, gente simpática.

Encontramos casa, y me mudé con un colombiano, Edwar, y un alemán bien especial, Stefan.

Registro de esos días lo pueden encontrar en mi Flickr, hay unas 250 fotos con comentarios que fueron el nexo con la gente en Chile mientras ponía las cosas en orden aquí. Por esa época Thebny contribuyó gentilmente con un aporte financiero, y contraté el Flickr Pro, para poder subir más fotos de lo que se puede con una cuenta gratis. Gracias, Thebny.

Este es la vista fuera del departamento de física. A lo lejos, pequeños tapones de lava, alguna vez volcanes.



Este es Aaron, y en la camioneta, Suzanne y Don. No hay forma de describir cuánto me ayudaron en esos primeros meses.



El primer día en la nueva casa. La cerveza fue idea de Ed. Se llama "Natural Light". Yo le habría puesto "Micturación Felina".



Esta gente vendría a formar parte principal de mi vida aquí. Ed, dándonos un saludo especial; Stefan–mi roommate hasta el día de hoy–, a la izquierda y de lentes, mirando a la distancia; Frank, de espaldas, uno de los alemanes físicos que viven en la casa del frente, y Alexandre, un carioca con quien he hecho muy buenas migas. También está en el programa de doctorado del departamento de física, y me lleva la delantera de un año aquí en ABQ. En un depto. de puros gringos, es grato tener una visión latina a mano. La gente aquí no entiende esa corriente humorística latina de cuestionar la virilidad del otro cada tanto.



Por esos días iniciales nos llevaron de paseo al Sandía Peak, pero vía el Tramway, un teleférico enorme.



Y detrás del Sandía Peak, en vez de los acantilados, se tiene una pendiente suave, y centros de ski. Sí, cae nieve en Albuquerque.



El poto es de Markus, otro alemán del frente, y el palo es de Ed, eterno bromista.



Esta es la vista desde el Sandía Peak.



La altura hay que aprovecharla.



Aquí, el viento corre fuerte, muy fuerte.



Ah, qué lindo recuerdo. El día que llegó mi Macbook Pro. Es una maravilla este aparato.




Primavera en el Sur, Otoño en el Norte

Mi primera visita al Downtown. No quedé muy impresionado.






Años atrás, la revista National Geographic hizo un artículo sobre el Albuquerque Balloon Fiesta (o quizás no– no encuentro nada en su índice online). Sea como sea, tenía una vaga idea sobre lo que era este encuentro. Una fresca y temprana mañana de verano, caí en un mundo maravilloso, de color y ruido y silencio y movimiento y enormidad.



No se imaginan lo que fue esto. Caminar entre globos siendo desempacados de camionetas, globos estirados pero no inflados, globos a medio inflar con un ventilador, globos siendo inflados con el fuerte rugido de los quemadores (un jjjjjjjjjjjjjjj profundo), globos erguidos y listos para partir, y globos volando hacia el norte, rugiendo esporádicamente sobre mi cabeza... no se compara con nada que he vivido anteriormente.



De todo tipo de globos. Sí, dije de todo tipo.



Hay más fotos del Albuquerque Balloon Fiesta en mi Flickr.

Llegamos a la mitad del semestre, la nieve metafórica que mencioné hace poco había perdido su dureza, su determinación, amenazaba con deshielar en un tiempo más, y se nos vino encima el Fall Break: una semana de vacaciones en la mitad del semestre.

Partimos con Leigh, una compañera de física, y Stefan. Un road trip por New Mexico. Enfilamos hacia Roswell (un orto de lugar, ni me pregunten), luego Artesia, donde el aire huele a algas marinas putrefactas, por la proximidad con los campos petrolíferos, y luego hasta Carlsbad, donde acampamos.

Esa noche, tuve un encuentro cercano con un zorrillo avezado, que por suerte no resultó en la necesidad de quemar mis pijamas.



También tuve que lidiar con una familia de mapaches culiados que invadieron el árbol al lado de nuestras carpas. Eran unos 5, todos haciendo ruidos algo felinos.



A la mañana siguiente descendimos a las enormes, gigantes, espectaculares cavernas de Carlsbad.

Esas formaciones que ven ahí tienen varios pisos de altura.



Éste también.



El lugar es realmente como para no creerlo. Cada caverna supera varias veces el tamaño de un patio de comidas de un mall, los techos son enormemente altos, las formaciones delicadas y hermosas. Hay muchas más fotos en mi Flickr.

Y quién sabe cuántos cientos de metros bajo tierra, luego de caminar en la oscuridad, bajo catedrales de piedra, nos encontramos con... una cafetería y gift shop. Gringos culiados...



El día siguiente manejamos hasta White Sands, una zona extensa de arenas blancas.









También hay bastantes fotos de White Sands en mi Flickr.




La foto anterior es un auto-plagio de una foto tomada casi diez años antes, en el desierto de Paracas.



De ahí a Socorro, al otro lado de estas pequeñas montañas.



De Socorro hacia el norte, pasando por distintos pueblos, siguiendo el trazado del Río Grande. El ambiente es algo así como el Valle del Elqui, pero sin que fuera Valle, con apenas unos cerros a los lados del río. Campos agrícolas: ají, algodón.

Pasamos por Hatch, donde crecen ajíes de una variedad particularmente apetecida por los New Mexicans.



Bajo mi insistencia enfática, hicimos un detour hacia Butte. Quítale la 'e' y significa poto en inglés. Ahora entienden por qué quería ir? Es un lugar que se llama Poto! Se imaginan!?



No pasaron más de unas semanas, y ya había caído la primera nieve. Nieve en Albuquerque? Nieve en el desierto? Sí, cuando estás a 1700 m.s.n.m.



Subimos al Sandía Peak, para ver qué tal.






La misma vista de antes.



Y el mismo árbol de antes.






Naturalmente, hay más fotos en mi Flickr.



Se imaginan el viento que corre aquí?




La nieve metafórica se derritió finalmente. Cayó un gran frío sobre Albuquerque.



Conté los días hasta el 15 de Diciembre como un pibe antes de la navidad. Ese día, me largué de esta puta ciudad, rumbo a Santiago.

Eso que ven ahí es Albuquerque, o una mitad de él, por lo menos. Se acuerdan del juego SimCity? Se acuerdan de que si uno tipeaba F-U-N-D te daban $10,000? Excelente cheat. Con eso podías trazar las zonas residenciales, comerciales e industriales sobre áreas extensas, antes de que comenzara el juego, antes de tener población, tráfico, ingresos, impuestos, crimen, nada. El resultado era una ciudad ordenada, cuadriculada, aburrida, casi desocupada, por siglos. Eso, señores, es Albuquerque. Puta la weá fome.




Verano (donde importa).

La Cordillera me esperaba en flor!



Rodrigo y los arrieros.



Y no sólo vestida de flores, sino sonriéndome, ruborizada, de colores ni soñados.



Después del vacío, la soledad, la insignificancia e irrelevancia cultural de Albuquerque, Chile me saluda con esto.



Se siente bien estar de vuelta en casa, no? (click).



La Cordillera como nunca antes la había visto. (click).






Los meses de andar nada más que en bicicleta me habían suavizado. Dale weón, sube, me gritan Rodrigo y Chico, pero no, con calma, con calma.



Ellos saltaron; yo tomé fotos.



Y no, para los que se perdieron el artículo cuando lo publiqué, no es que finalmente haya subido la moto a la enorme placa de roca, sino que Chico me la dejó ahí como castigo por haber tenido un... pequeño incidente con la suya.



Comenzaron las exploraciones de un sector nuevo para mi: Piedra Numerada. No sólo nuestros motores sufrían por la falta de oxígeno.



Ah, lo que es tener que reparar algo en medio de la nada. Pero en realidad, cuando estás con amigos, ningún lugar es demasiado remoto.



No, ningún lugar es demasiado remoto. (click).



Qué privilegio. (click).






Vuelta al Valle de las Arenas, pero yo seguía sin subir esa placa.



Hacia el final de ese paseo, subí también a la Yesera. (click).






En esta época las montañas no son blancas, pero siguen majestuosas. (click).






Vino la navidad, vino el Año Nuevo.



Al día siguiente, con Rodrigo nos lanzamos hacia Valle Nevado nuevamente.



Y más grande. (click).



Linda moto, que me llevas a todos estos lugares.



Si bien hay sol en Santiago, aquí arriba nunca se sabe. (click).



Alguien dijo galán de fonda?



La próxima vez que pase a comer empanadas aquí, rogaré a la señora que me suelte algo de su receta maravillosa. No, en serio.



Otra ruta nueva, otro destino por conocer: la Ruta del Cóndor.






Que nunca caigas en la falacia de que se requiere cierto tipo o cilindrada de moto para explorar.



El Plomo, en la distancia.



Hacia la costa ahora, a Laguna Verde, a la Playa Las Docas, al faro. (click).



Los cardos, los cardos.



Y pensar que donde vivo ahora no tengo mar.



Un paseo distinto, con el objetivo expreso de tirarse en la playa y mirar chicas. Objetivo logrado.



Ah, si, el J Cruz. Por qué no pasan por ese artículo y dejan su mensaje?






Mis padres reclamaban justamente tiempo para un paseo con ellos, luego de haber paseado tanto en moto. Y así se hizo.






De vuelta en Santiago, esa tarde, fui donde el departamento de Pía y Tono, a capturar una puesta de sol en el corazón de Santiago.






Penúltimo paseo, de vuelta a la zona de Placilla.



Y esa noche, una despedida silenciosa de Santiago, barrio por barrio.



Llegó el día del último paseo. No, no se equivoquen. Mi perrita no me está abrazando: me está montando frenéticamente la pierna. Es especial, ella.



Lagunillas. Lagunillas. Un lugar de emociones solapadas, abarcando 10 años entre trazo y trazo.



Lagunillas. (click).



Pero qué sería de estos paseos sin los amigos. Yo solía salir solo a explorar, porque rehusaba quedarme en casa por falta de acompañantes. Pero cuando has probado ésto, el salir con buena gente, el confiar en buena gente, el volver a salir solo no viene fácil. Pero por el momento no se diga más al respecto; ya llegará el momento de hablar sobre eso, en los cinco paseos en NM que tengo acumulados y listos para procesar y publicar. (click).



Aquí me vine a despedir de la Cordillera otra vez.




Y en el último momento antes de partir, las maletas en el auto, pesadas de recuerdos, de aire respirado, momentos vividos, subí a mi techo, y fotografié el ocaso de un mes feliz.




Los dejo con "Todos Vuelven", interpretado por Los Morochucos.









Todos vuelven a la tierra en que nacieron; al embrujo
incomparable de su sol. Todos vuelven al rincón
donde vivieron (donde acaso floreció más de un amor).

Bajo el árbol solitario del silencio, cuántas veces nos
ponemos a soñar. Todos vuelven por la ruta del
recuerdo, pero el tiempo del amor no vuelve más.

El aire, que trae en sus manos la flor del pasado,
su aroma de ayer, nos dice muy quedo al oído
su canto aprendido del atardecer; nos dice, su voz
misteriosa de cardo y de rosa, de luna y de miel,
que es santo el amor de la tierra, que es triste la
ausencia que deja el ayer.

Todos vuelven.

César Miró









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6 Comments:

Blogger Nifty_Touch said...

"Que triste la ausencia que deja el ayer"
¡Extraordinario! Pocos relatos han resultado tan conmovedores en el registro evocativo. Me saco el sombrero y te envió un saludo que llene de colores, paciencia y emoción la vida en NM.
Grandioso post.
NAFS

5:22 PM  
Blogger Bystander said...

A nice read, great photos and a pleasant trip back a bit in time.

4:53 PM  
Blogger Golondrina said...

Maravilloso relato, resulto una retrospectiva fascinante para alguien que desde la distancia tiene un gusto muy especial por cada una de las letras que plasmas para expresar tus recorridos y que han sido congeladas en el recuerdo en unas hermosas imágenes que resultan todo un deleite visual, Mi amigo Paul felicitaciones por este hermoso post, y que la vida te siga permitiendo compartir con el mundo los caminos que recorres y que en la distancia a muchos nos hace soñar.
Un fuerte abrazo.
R.

1:53 PM  
Blogger Alejandro said...

No he actuado en todos los capítulos pero sabes que las munras siempre serán munras.

Un abrazo

11:55 PM  
Anonymous Patricio said...

N-O-T-A-B-L-E

¿como se aprende a escribir asi?, es un don?, se estudia, por ahi lei que si, pero me tinca que es como sacarle brillo a un diamante, la piedra tiene que estar ahi....
ah!, tambien ahy que estar alerta del entorno registrar lo que se percibe y no pasar por los lugares "en piloto automatico", tal vez eso sea lo mas dificil.

6:44 PM  
Blogger Henry Carter Roa said...

Te felicito y te agradezco el compartir estas maravillosas fotos e historias.
Me hiciste viajar con tus fotografías.
Que Dios te bendiga.

Henr y Carter Roa

12:52 AM  

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