De La Parva a Piedra Numerada
Desde que tengo moto que me he preguntado qué hay más allá de los centros de ski de Santiago. Seguramente habrían rutas de acceso, cuestas no muy empinadas. Si las canchas de ski están desprovistas de grandes rocas, seguramente se podrá subir por ahí, no? Me imaginaba cerros lisos y compactados, todo listo para que subiera andando. Eso era en la época de la XR125L, y nunca volví a explorar la zona. (En un artículo futuro habrá un flashback al paseo que gestó todas estas preguntas).
No volví, claro, hasta este año, con Chico y Rodrigo. Aquí, cerca del control de Carabineros, rumbo a Farellones. (click)
Subimos por esos mismos caminos de acceso que alguna vez imaginé, pero me tomó por sorpresa la cantidad y extensión de sus recorridos. Parecían cubrir cada hectárea de los cerros de la zona, zigzagueando por aquí y por allá. El terreno fuera del camino estaba bastante suelto, piedras angulares y planas, nada que la XR125L habría podido hacer. Y con mi falta de práctica, nada que yo tenía ganas de hacer tampoco.
La ruta para Google Earth se encuentra aquí. Y ésta fue la ruta:
Y mas de cerca:
Hubo algunas pequeñas excursiones fuera del camino principal hacia Farellones, pero nada muy extenso.
En La Parva bajamos la presión de los neumáticos, quitamos los espejos, me puse los guantes Fox, e instalé un chicler de 127 (o por ahí), para compensar los efectos de la altitud. Es realmente una joda meter ese chicler en el hilo receptor dentro del carburador. Ciertamente más fácil que en muchas motos, dado el acceso vía tapón en la cuba del carburador, pero el tener que enroscar un pedazo insignificante de bronce con los nudillos a un centímetro de un motor caliente no es para nada grato.
Enroscado y todo listo, partimos. (click)
Loma tras loma, subiendo y subiendo. (click)
Según mi mapa, esa es el cerro Falsa Parva o Falsa Cumbre. La huella lleva al cerro La Parva, supongo. Bajamos a la base de la huella.
(click).
Y pronto estábamos en la cima del mundo otra vez.
La Parva a la derecha, El Colorado a la izquierda.
Dónde estábamos? Pues en la Laguna Piuquenes. (click)
(click).
En la distancia vimos a dos personas subiendo por el sendero. Me topé con el tipo de la cámara. Difícil saber si era extranjero o no. Se dio un intercambio un poco extraño en el cual toda pregunta o comentario mio obtenía simplemente un "Claro!" como respuesta. Sin más que hacer, le tomé una foto y seguí mi camino.
En la distancia, el cono del Cerro Colorado.
Aunque en Santiago hacía calor, el sol no nos acompañaría en este paseo.
La huella es relativamente fácil de seguir: entre las enormes planicies y los acarreos homogéneos, su delgado y pálido trazo indica el camino hacia Piedra Numerada.
Una vista hacia el Sur seguramente, hacia Valle Nevado.
Paradas frecuentes para conversar, dedicarse a alguna subida suelta y prolongada, tomar fotos.
Y adelante, adelante hacia el interior de la cordillera.
Se nos presentó una subida suelta y empinada. Maldecimos al unísono mi neumático trasero. "Lo que tienes ahí no es un neumático, es una chala" me decían.
Aquí Rodrigo se entretuvo un poco. No me animé a subir; seguía cauteloso y consciente de mi neumático trasero casi pelado.
La huella alternaba entre terreno abierto y desolado, y rodados de roca angular.
Fue en alguna parte por aquí que perdí el protector del disco de freno trasero. Un golpe certero con una de las rocas del angosto paso lo destrozó. (click).
Finalmente, un punto de descanso.
Y a mi derecha: (click)
De la dirección opuesta venían más andinistas, me pregunto si habrán estado en Piedra Numerada, o si habrán ido más lejos. Pasaron a una cierta distancia, así que no les preguntamos.
De almuerzo, unas ramitas, una barra de cereal. Chico, a mi izquierda, conversaba con Rodrigo, a su izquierda. Los tres sentados lado a lado, con la espalda en una roca. Sin prestar mayor atención, me pidió algunas ramitas. Extendió la mano en mi dirección general, hacia su derecha, esperando que le diera algunas del paquete. Siguió con la atención centrada en su interlocutor, mirando hacia su izquierda. Intuyendo una oportunidad única, tomé su mano delicadamente, y la bajé varios centímetros, más allá de lo que se podría esperar de un caballero de buenos modales y educadas costumbres. Seguía hablando, pero luego de un par de segundos, pausó con un "eeeh", como si le faltara una palabra, y miró a su derecha. Su brazo derecho había finalmente logrado atraer la atención de su cerebro, seguramente tratando de decir que se encontraba en un lugar poco apto para una extremidad de buenas costumbres. Su reacción fue impagable; qué manera de reírnos.
La huella continuaba serpenteando por las suaves lomas de piedras sueltas.
Chico y Rodrigo veían hasta dónde podían subir por la ladera.
Y en la distancia, Piedra Numerada. Estábamos cerca.
Y esos puntos anaranjados? Qué serán?
Huevos de mariposa gigante?
Me acerqué a lo comando, por si la mariposa gigante volvía a su lugar de desove. (click)
Pero no! Eran carpas, carpas por todas partes. Y un par de personas caminando aquí y allá, haciendo cosas propias de un campamento. Vaya, vaya.
Descansamos un rato corto. La huella seguía hacia las montañas, nos llamaba. Veamos a dónde nos lleva.
Al corto rato de andar, nos encontramos con la segunda trepada del paseo, y como dice Rodrigo, ésta sí que nos vio las pelotas. Aquí, Chico abortó la subida, y Rodrigo viene de bajada, buscando un ángulo adecuado.
Los dos ya arriba, me lancé. Mi rueda trasera patinaba y patinaba, y logré subir hasta los dos tercios de la subida, o por ahí. No quedaba alternativa: a empujar!
Y aquí tenemos el resultado de empujar una moto por una subida a 3400 metros de altitud.
(click).
Nos tomó varios minutos recuperar el aliento. Y más allá, qué había?
La huella descendió al lecho de un río, donde la perdimos. En tiempos pasados, paseando solo, éste habría sido el momento de estacionar la moto y seguir a pie. Hoy no.
En estos videos se escucha el ralentí alto de mi XR. Lo tenía así para compensar por la altitud; no quería que se calara en alguna parte técnica y trabada.
Finalmente llegamos al fin del lecho de piedras, y no pudimos seguir más. (click)
Y qué hacemos entonces? Pues seguir a pie!
Nos dirigíamos a esa cascada que se ve en la distancia.
Buscando dónde cruzar el río, nos encontramos con esto: un saco de dormir. Pobre andinista! (y pobre compañero que tuvo que aceptarlo de invitado en su saco).
A ratos el río corría tapado por la nieve.
Esto es lo que pasa cuando uno se aventura más allá de lo prudente en búsqueda de una foto.
Pero de todas maneras la consiguió:
Y llegaríamos a la cascada? Pues sí! Luego de una larga subida a pie, llegamos (click).
Una vista impresionante. El agua caía directamente a un hoyo en la nieve. Quién sabe cuánto más abajo estaría la roca.
(click).
(click).
Chico originalmente no había querido subir, declarándose exhausto, pero pronto vimos que venía detrás, haciendo un lento progreso. (click)
Y más arriba?
Otra cascada pequeña.
Nos sentamos a descansar un rato. Sería posible seguir? Vi un promontorio, una especie de pequeña cumbre local. Sería permisible recorrer todo este camino, para dejar inexplorado el siguiente valle?
Pues no! Adelante, adelante. Me lancé a la cuesta, enterrando bota tras bota en la roca y tierra suelta, jadeando por la altitud. Ben me siguió por otro camino, Chico amenazando con no querer ir más lejos.
Pero eventualmente llegamos.
Qué vista!
Y hacia el otro lado, en la distancia: el resto del camino hacia El Plomo.
Otro descanso, conversación. Este era nuestro punto de retorno.
Pasamos por el lecho del río nuevamente, pasamos las carpas con apariencia de huevos de mariposa gigante, y retomamos la huella angosta de vuelta hacia La Parva.
En un momento de distracción, se me fue la rueda delantera por el barranco.
Chico y Rodrigo me esperaban donde habíamos almorzado.
En una de las últimas subidas, Rodrigo tuvo un problema: se salió su cadena. Eso en sí no era ningún problema, pero esto sí lo era:
Golpeando con una llave y una roca, intentaron liberar la cadena.
En esta situación, dos pares de manos son mejores que tres, así que me aparté. (click).
Se hacía tarde, y la neblina subía por el valle.
Finalmente lograron liberarla.
Partimos nuevamente, sin problema alguno, salvo una trepada que me vio las pelotas, como dice Rodrigo. Ese neumático...
Levanté la moto y logré enfilar por un sendero horizontal. Varios minutos después alcancé a los demás.
Las nubes lo tapaban casi todo. Llegamos nuevamente a la laguna Piuquenes.
(click).
Siguiendo el sendero hacia La Parva, me encontré con algo que se me había escapado a la ida: un área grande del cerro con estos protectores plásticos puestos sobre cada llareta. Estudio de qué o por quién, ni idea.
Gracias a pdistinto en el foro de la Adach.cl por aclarar esto. Nos cuenta:
Bajando de entre las nubes, La Parva.
Y ya por debajo de ellas. (click)
Yo decidí parar para colocar los espejos, cambiar de guantes, y cambiar el chicler de alta por el de 135. Ni Chico ni Rodrigo tuvieron la paciencia para esperarme. Nos vemos en las empanadas!
Empanadas? Sí, las del puesto justo detrás del control de Carabineros. Excelentes empanadas, y un maravilloso pebre, al parecer hecho con merkén.
Reciben estas empanadas la recomendación de El Cantar de la Lluvia? Sí, las reciben. Junto con las de La Capilla, son las mejores empanadas que he encontrado cerca de Santiago.
Del chanchito blanco sale la magia.
Con la panza llena y el corazón contento, rodamos finalmente a casa.
Si quieren leer el Ride Report de Rodrigo, se encuentra aquí.
No volví, claro, hasta este año, con Chico y Rodrigo. Aquí, cerca del control de Carabineros, rumbo a Farellones. (click)
Subimos por esos mismos caminos de acceso que alguna vez imaginé, pero me tomó por sorpresa la cantidad y extensión de sus recorridos. Parecían cubrir cada hectárea de los cerros de la zona, zigzagueando por aquí y por allá. El terreno fuera del camino estaba bastante suelto, piedras angulares y planas, nada que la XR125L habría podido hacer. Y con mi falta de práctica, nada que yo tenía ganas de hacer tampoco.
La ruta para Google Earth se encuentra aquí. Y ésta fue la ruta:
Y mas de cerca:
Hubo algunas pequeñas excursiones fuera del camino principal hacia Farellones, pero nada muy extenso.
En La Parva bajamos la presión de los neumáticos, quitamos los espejos, me puse los guantes Fox, e instalé un chicler de 127 (o por ahí), para compensar los efectos de la altitud. Es realmente una joda meter ese chicler en el hilo receptor dentro del carburador. Ciertamente más fácil que en muchas motos, dado el acceso vía tapón en la cuba del carburador, pero el tener que enroscar un pedazo insignificante de bronce con los nudillos a un centímetro de un motor caliente no es para nada grato.
Enroscado y todo listo, partimos. (click)
Loma tras loma, subiendo y subiendo. (click)
Según mi mapa, esa es el cerro Falsa Parva o Falsa Cumbre. La huella lleva al cerro La Parva, supongo. Bajamos a la base de la huella.
(click).
Y pronto estábamos en la cima del mundo otra vez.
La Parva a la derecha, El Colorado a la izquierda.
Dónde estábamos? Pues en la Laguna Piuquenes. (click)
(click).
En la distancia vimos a dos personas subiendo por el sendero. Me topé con el tipo de la cámara. Difícil saber si era extranjero o no. Se dio un intercambio un poco extraño en el cual toda pregunta o comentario mio obtenía simplemente un "Claro!" como respuesta. Sin más que hacer, le tomé una foto y seguí mi camino.
En la distancia, el cono del Cerro Colorado.
Aunque en Santiago hacía calor, el sol no nos acompañaría en este paseo.
La huella es relativamente fácil de seguir: entre las enormes planicies y los acarreos homogéneos, su delgado y pálido trazo indica el camino hacia Piedra Numerada.
Una vista hacia el Sur seguramente, hacia Valle Nevado.
Paradas frecuentes para conversar, dedicarse a alguna subida suelta y prolongada, tomar fotos.
Y adelante, adelante hacia el interior de la cordillera.
Se nos presentó una subida suelta y empinada. Maldecimos al unísono mi neumático trasero. "Lo que tienes ahí no es un neumático, es una chala" me decían.
Aquí Rodrigo se entretuvo un poco. No me animé a subir; seguía cauteloso y consciente de mi neumático trasero casi pelado.
La huella alternaba entre terreno abierto y desolado, y rodados de roca angular.
Fue en alguna parte por aquí que perdí el protector del disco de freno trasero. Un golpe certero con una de las rocas del angosto paso lo destrozó. (click).
Finalmente, un punto de descanso.
Y a mi derecha: (click)
De la dirección opuesta venían más andinistas, me pregunto si habrán estado en Piedra Numerada, o si habrán ido más lejos. Pasaron a una cierta distancia, así que no les preguntamos.
De almuerzo, unas ramitas, una barra de cereal. Chico, a mi izquierda, conversaba con Rodrigo, a su izquierda. Los tres sentados lado a lado, con la espalda en una roca. Sin prestar mayor atención, me pidió algunas ramitas. Extendió la mano en mi dirección general, hacia su derecha, esperando que le diera algunas del paquete. Siguió con la atención centrada en su interlocutor, mirando hacia su izquierda. Intuyendo una oportunidad única, tomé su mano delicadamente, y la bajé varios centímetros, más allá de lo que se podría esperar de un caballero de buenos modales y educadas costumbres. Seguía hablando, pero luego de un par de segundos, pausó con un "eeeh", como si le faltara una palabra, y miró a su derecha. Su brazo derecho había finalmente logrado atraer la atención de su cerebro, seguramente tratando de decir que se encontraba en un lugar poco apto para una extremidad de buenas costumbres. Su reacción fue impagable; qué manera de reírnos.
La huella continuaba serpenteando por las suaves lomas de piedras sueltas.
Chico y Rodrigo veían hasta dónde podían subir por la ladera.
Y en la distancia, Piedra Numerada. Estábamos cerca.
Y esos puntos anaranjados? Qué serán?
Huevos de mariposa gigante?
Me acerqué a lo comando, por si la mariposa gigante volvía a su lugar de desove. (click)
Pero no! Eran carpas, carpas por todas partes. Y un par de personas caminando aquí y allá, haciendo cosas propias de un campamento. Vaya, vaya.
Descansamos un rato corto. La huella seguía hacia las montañas, nos llamaba. Veamos a dónde nos lleva.
Al corto rato de andar, nos encontramos con la segunda trepada del paseo, y como dice Rodrigo, ésta sí que nos vio las pelotas. Aquí, Chico abortó la subida, y Rodrigo viene de bajada, buscando un ángulo adecuado.
Los dos ya arriba, me lancé. Mi rueda trasera patinaba y patinaba, y logré subir hasta los dos tercios de la subida, o por ahí. No quedaba alternativa: a empujar!
Y aquí tenemos el resultado de empujar una moto por una subida a 3400 metros de altitud.
(click).
Nos tomó varios minutos recuperar el aliento. Y más allá, qué había?
La huella descendió al lecho de un río, donde la perdimos. En tiempos pasados, paseando solo, éste habría sido el momento de estacionar la moto y seguir a pie. Hoy no.
En estos videos se escucha el ralentí alto de mi XR. Lo tenía así para compensar por la altitud; no quería que se calara en alguna parte técnica y trabada.
Finalmente llegamos al fin del lecho de piedras, y no pudimos seguir más. (click)
Y qué hacemos entonces? Pues seguir a pie!
Nos dirigíamos a esa cascada que se ve en la distancia.
Buscando dónde cruzar el río, nos encontramos con esto: un saco de dormir. Pobre andinista! (y pobre compañero que tuvo que aceptarlo de invitado en su saco).
A ratos el río corría tapado por la nieve.
Esto es lo que pasa cuando uno se aventura más allá de lo prudente en búsqueda de una foto.
Pero de todas maneras la consiguió:
Y llegaríamos a la cascada? Pues sí! Luego de una larga subida a pie, llegamos (click).
Una vista impresionante. El agua caía directamente a un hoyo en la nieve. Quién sabe cuánto más abajo estaría la roca.
(click).
(click).
Chico originalmente no había querido subir, declarándose exhausto, pero pronto vimos que venía detrás, haciendo un lento progreso. (click)
Y más arriba?
Otra cascada pequeña.
Nos sentamos a descansar un rato. Sería posible seguir? Vi un promontorio, una especie de pequeña cumbre local. Sería permisible recorrer todo este camino, para dejar inexplorado el siguiente valle?
Pues no! Adelante, adelante. Me lancé a la cuesta, enterrando bota tras bota en la roca y tierra suelta, jadeando por la altitud. Ben me siguió por otro camino, Chico amenazando con no querer ir más lejos.
Pero eventualmente llegamos.
Qué vista!
Y hacia el otro lado, en la distancia: el resto del camino hacia El Plomo.
Otro descanso, conversación. Este era nuestro punto de retorno.
Pasamos por el lecho del río nuevamente, pasamos las carpas con apariencia de huevos de mariposa gigante, y retomamos la huella angosta de vuelta hacia La Parva.
En un momento de distracción, se me fue la rueda delantera por el barranco.
Chico y Rodrigo me esperaban donde habíamos almorzado.
En una de las últimas subidas, Rodrigo tuvo un problema: se salió su cadena. Eso en sí no era ningún problema, pero esto sí lo era:
Golpeando con una llave y una roca, intentaron liberar la cadena.
Se hacía tarde, y la neblina subía por el valle.
Finalmente lograron liberarla.
Partimos nuevamente, sin problema alguno, salvo una trepada que me vio las pelotas, como dice Rodrigo. Ese neumático...
Levanté la moto y logré enfilar por un sendero horizontal. Varios minutos después alcancé a los demás.
Las nubes lo tapaban casi todo. Llegamos nuevamente a la laguna Piuquenes.
(click).
Siguiendo el sendero hacia La Parva, me encontré con algo que se me había escapado a la ida: un área grande del cerro con estos protectores plásticos puestos sobre cada llareta. Estudio de qué o por quién, ni idea.
Gracias a pdistinto en el foro de la Adach.cl por aclarar esto. Nos cuenta:
Se trata de un estudio que están haciendo investigadores de la Universidad de Concepción para medir los efectos del calentamiento global en algunas especies que se dan en la alta cordillera. La idea es que esas protecciones plásticas crean un microclima que durante el día hace que existan unos 3 o 4 grados más que la temperatura ambiente. Durante la noche, las protecciones no afectan la temperatura.
Al lado de las plantas que fotografiaste, debería haber habido una población de plantas de similares características, pero sin protecciones, a manera de grupo de control.
Cuando fuimos a ese mismo paseo con Ben, tuvimos la suerte de conocer a los investigadores que estaban justamente recién preparando el proyecto. En mis álbumes de fotos puedes ver las fotos de ese paseo, como nos tocó un buen clima, el paisaje, aún siendo el mismo, se ve diferente...
http://picasaweb.google.com/novatoxl200/PaseoFarellones
Bajando de entre las nubes, La Parva.
Y ya por debajo de ellas. (click)
Yo decidí parar para colocar los espejos, cambiar de guantes, y cambiar el chicler de alta por el de 135. Ni Chico ni Rodrigo tuvieron la paciencia para esperarme. Nos vemos en las empanadas!
Empanadas? Sí, las del puesto justo detrás del control de Carabineros. Excelentes empanadas, y un maravilloso pebre, al parecer hecho con merkén.
Reciben estas empanadas la recomendación de El Cantar de la Lluvia? Sí, las reciben. Junto con las de La Capilla, son las mejores empanadas que he encontrado cerca de Santiago.
Del chanchito blanco sale la magia.
Con la panza llena y el corazón contento, rodamos finalmente a casa.
Si quieren leer el Ride Report de Rodrigo, se encuentra aquí.
11 Comments:
Paul, definitivamente muy buenas fotos y una buena narrativa....aparte de la dificultad con tu neumático se nota que la pasaste super bien....
Cuídate!!!
R.
*O*
Genial.
Vaya curro te pegaste amigo, aunque te lo agradezco pues estuve por esos lares hace unos años y me trae buenos recuerdos.
un saludo desde SkiClass
Debería estar TAN prohibido andar en moto en la ruta al piedra numerada.
Habemos muchos otros que o hacemos en busca del silencio de la montana.
Bernardita,
Lamento profundamente que no se decreten leyes a tu gusto. Quizás algún día sea así (no serías la primera chilena en lograrlo, en todo caso).
Hasta que ese no sea el caso, será necesario que compartas los espacios naturales con el resto de tus conciudadanos.
Saludos,
d.
Lamento esos malos entendidos que siempre se dan al respecto, pero se trata de un lugar que no es privado, donde no está prohibido andar en moto y que por lo demás las veces que lo hacemos procuramos ir con cuidado. Se usa la misma huella que ya existe, sin romperla, no andamos botando basura, damos la pasada si viene alguien caminando.
Es el cuento de nunca acabar, los que practican trekking, mountain bike, etc, siempre se sienten invadidos o atacados por las motos, como arrogándose una exclusividad de los lugares que no tiene por qué ser.
Saludos
Excelentes fotos y comentarios. Gracias a ustedes pude ir desde valle nevado hasta laguna piuquenes!. Soy montañero pero creo que cada uno aporta lo suyo con respeto. Basta de leyes para prohibir esto o lo otro segun lo que pocos quieren, con respeto y apertura basta..... tal vez la flora y fauna digan lo mismo de bernardita!....
saludossss.
Soy Guia de montaña de profesion, amante de la naturaleza y la vida outdoor, siento que esos paisajes espectaculares no son de dominio de unos pocos, todos tienen derecho a su libre acceso de acuerdo a sus medios y posibilidades, eso si respetando la belleza y cuidado del lugar, no tengo problemas con los motoqueros o si quieren poner un teleferico para que mas chilenos se den cuenta que viven en burbujas dentro de sus ciudades y no ven lo que hay mas alla.
te felicito por tus fotos y aventuras y el verdadero espiritu del montañista es poder compartir esos paisajes con mas gente.
Sl2
Felicitaciones por tus fotos. Me hicieron recordar mi travesía al Plomo a pie. Me hubiese encantado poder usar una moto luego de tres días con la mochila al hombro!!!
Mientras respetes la naturaleza, sigue montado en tu moto.
Excelentes Fotos y fantástica ruta, que en mis tiempos mozos soñaba con recorrer en moto; ahora más mayorcito espero hacerla en una Kawa650.
Los felicito.
..y si programamos un viaje a los salares y lagunas de atacama?
Mike
Muy buenas fotos y narrativa. Definitivamente me voy a ir un dia a pasear por esos lares.
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