Monday, May 15, 2006

Paseo a Termas El Plomo

El día antes de viajar a Curacaví por lo del parte partí al Cajón del Maipo. Desde que tengo moto he escuchado acerca del embalse El Yeso y las Termas El Plomo, y lo hermosos que son. Con la XR 125 nunca fui; después del viaje Chillán en Noviembre adquirí más confianza en tierra, pero a pesar de esto, el paseo nunca se dio. Quizás porque siempre partía demasiado tarde como para llegar; el Cajón del Maipo se ve engañosamente cerca a Santiago, pero la falta de estaciones de servicio pasado San José de Maipo es un factor a considerar.

La primera incursión hacia el Embalse fue hecho un Domingo, motivado por frustración y con una partida tarde. Llegué al Embalse, pero se me hizo de noche, y mi luz delantera estaba apuntando demasiado bajo (ajustarla es un trabajo engorroso, hay que sacar la máscara).



Debo decir que la vuelta ciertamente fue interesante: la noche estaba tan oscura, y el haz de mi luz tan certeramente oscuro pasados los 5 o 6 metros, que en una ocasión incluso me salí del camino, tomando un desvío alternativo durante una decena de metros.

Con la licencia en mano, y acompañado de buen clima, partí al Cajón, para por fin hacer el recorrido bien hecho.



El camino se me hizo eterno, en particular por la restricción imbécil de sectores de Av La Florida y Av Las Vizcachas de 50 km/h. Detesto ese afán mediocre de algunas municipalidades de dejar la señalética vial en un estado tal que la falta de inversión en su reposición no solo ahorra dinero, sino que además genera copiosos ingresos por partes.

El conducir un vehículo respetando absolutamente todos los límites de velocidad impuestos es un ejercicio de una complejidad mayor a lo que uno pensaría. Deberías probarlo algún día. No me refiero a manejar bajo los 60 km/h que la ley establece como máxima velocidad en zona urbana, sino respetar al pie de la letra cada señal de velocidad máxima que veas, durante la distancia completa entre ésta y la siguiente. A veces pareciera que se les "olvida" colocar una señal que vuelva a subir el límite, cuando la zona que amerita una velocidad reducida haya pasado ya.

Después de un lento paseo por el valle, mirando por los espejos constantemente y dejando pasar a los vehículos que llevaban una velocidad más razonable, llegúe a San José de Maipo. Eché bencina, y partí nuevamente. Eventualmente llegué al final del asfalto, y comenzó la polvareda.



La calamina, la pendiente y el polvo hacen del tramo inicial uno levemente frustrante, quizás también porque es el tramo durante el cual uno se olvida del manejo sobre asfalto y entra em la modalidad de andar sobre tierra, algo completamente distinto. Lo más difícil, para mi, es relajarme y aceptar que la moto va a moverse constantemente bajo uno, una oscilación sutil sin regularidad ni sentido, sobre la cual se superpone la conducción.



Después de escuchar y sentir como mi rueda trasera rebotaba sobre la calamina, restándome tracción, decidí ajustar la suspensión trasera. No sé nada sobre suspensión, así que dejé la amortiguación de la compresión en el mínimo. No ajsuté la amortiguación de la expansión por flojera, y porque sólo tenía una moneda a mano como para usar en la ranura del tornillo de ajuste (más flojera me daba sacar la bolsa de herramientas).

En un punto del valle existe algo así como un refugio abandonado. Se ve bastante militar en su diseño y estética, pero ya no queda nada que de un indicio de su pasado, por lo menos desde el camino.


El aire se enfrió y adquirió esa frescura de altitud, de montaña. Además, comenzaba a sentir la presión sutil en la cabeza que me causa la altitud. Los cerros tenían esos colores surreales que parecieran ameritar tenerlos guardados bajo una capa de nieve la mitad del año, como para preservar su luminosidad.






Y llegúe al Embalse El Yeso. El camino que lo bordea es muy angosto, con una caída al agua por un lado y la roca pelada al otro.






Después del Embalse, seguí. Quería ver hasta donde llegaba el camino, a ver si encontraba las Termas.












El camino fue haciéndose cada vez más angosto y más deteriorado. En algunas sombras había hielo, y algunas pozas de barro eran de barro congelado.

El camino finalmente llegó a un valle plano, y desapareció. Supuse que el camino cruzaba en algún punto un amplio lecho de río, así que me lanzé a cruzarlo. No fue difícil, y fue muy entretenido poder avanzar en línea recta, sin importar lo que hubiere en el camino (rocas, agua, tierra, arena).



Tomé una rama equivocada del valle, y cuando vi un auto estacionado en medio de la nada (cómo llegó hasta ahí?!), me dio confianza como para subir por un camino que bordeaba el cerro. Por aquí estarán las Termas?



No. La foto la tomé mirando hacia el valle, porque había recién logrado dar vuelta la moto, luego de 10 minutos de jalar, trabajar los frenos, embrague, etc. Sudando como chancho. Las rocas se hicieron cada vez mas grandes al avanzar, y llegó un punto en el cual ya estaba avanzando sobre trozos filudos de roca del tamaño de cajas de zapato. preferí volver, porque no tenía gracia avanzar tan lentamente y con tanta dificultad.



Finalmente llegué a las Termas. Habían unas 3 o 4 carpas, un par de autos, unos jeep, y me dijeron que recién se habían ido unos tres autos más. Al parecer es un destino popular. El agua, por lo menos en la parte donde yo metí los dedos, no era tibia, pero tampoco gélida. Supongo que algo con la temperatura de una piscina fría es una temperatura caribeña para la cordillera.















Habían otras rutas que quería explorar, pero el sol se estaba poniendo, y quería volver con luz.
























Hice la mitad del camino de vuelta a oscuras, y con un haz con una alineación no mucho mejor que la vez anterior. Bajando me topé con tres 4x4, pero de esos más citadinos, más redondeados. Iban rápido y levantaban una polvareda tal que no se veía absolutamente nada. Por su velocidad y el polvo fue difícil aproximarme para pasarlos, y cuando lo hice con el primero, que venía más atrás, no me dio ninguna facilidad para pasar. Qué le cuesta? Es una moto. No es como si fuera a tragar más polvo del que ya estaba tragando a causa de los otros dos. Lo pasé igual, y un poco más adelante, al reflexionar sobre su testarudez, bajé los talones a la tierra un rato. Eso sí que levanta polvo :-)

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Acampando en Colliguay

Lo prometido es deuda, y aquí están las fotos del paseo a Colliguay que hicimos con Ben Kenobi hace ya un mes. Confieso que no las había publicado por el desánimo que me dio el recibir un parte por pasarme un disco pare en una trampa para bobos en un acceso a la Ruta 68.

Colliguay queda al interior de Curacaví, así que en el supermercado del pueblo cargamos provisiones (chorizos, cerveza, carbón, mayonesa, pan, queso, agua). Las motos ya venían cargadas (la foto es antes de tratar de cargar unos 10 kg más de compras) y el encontrar suficiente espacio para los víveres fue difícil. Una lata de cerveza se perforó en una esquina puntiaguda de la maleta Givi de Ben, rociando algunas cosas. La dimos de baja, y seguimos. Suena simple encontrar espacio para dos latas de cerveza en una maleta como la suya, pero realmente fue como armar un rompecabezas. Terminamos amarrando el carbón y algunas latas sobre mis bolsos, y partimos.




El camino inicialmente era bueno, de tierra, pero fue deteriorándose progresivamente. Ben venía preocupado por la Transalp, pero yo le insistía que la moto aguanta, la moto aguanta.




Después de un largo camino, y ya con una hora de luz por delante, comenzamos a buscar un lugar donde acampar. Al final nos decidimos por el Rancho Alemán. Barato, lindo lugar, nos quedamos!

Al abrir la maleta de Ben, comprobamos que otra cerveza más había explotado, por la insistente fricción contra alguna otra cosa. Lo más afectado fue una polera, pero nada grave.

Armamos las carpas, armamos el fuego, puse "Feels Like Home" de Norah Jones, y comenzamos a disfrutar de la tranquilidad del camping.

En el sitio de al lado, unos 5 ciclistas habían llegado poco tiempo después de nosotros, y cuando nos sobraron algunas salchicas, se las ofrecí, y entramos en conversación durante una hora o dos. Postermente el sueño me venció, y Ben se quedó un poco más, conversando.

En el paseo a Talca, se me olvidó llevar el saco de dormir, y dormí con la ropa de moto (chaqueta de cuero y todo), temblando de frío y miserable con un resfriado. En Siete Tazas, llevé saco pero no pijamas, así que nuevamente tuve que dormir con todo, incluso la chaqueta de cuero, cosa altamente incómoda. Uno pensaría que esta vez la cosa sería distinta, pero no, aún con un saco distinto, de grosor decente, no como el que había usado previamente, tuve muchísimo frío. Me levanté apenas hubo luz para entrar en calor.

Busqué más madera y armé un fuego para tostar el pan y hervir agua para el té. Fui a ver la moto, y me encontré con que estaba cubierta de escarcha!







Mi frío ciertamente no había sido imaginario.



Desayunados, hablamos con el dueño, y nos recomendó dos paseos, ambos eran desvíos de la ruta principal y llevaban a minas, una de hierro y una de cuarzo. A la de cuarzo no pudimos entrar, porque la Transalp no cabía en el hueco al lado del portón cerrado.

Seguimos adelante, y la ruta a la mina de hierro estuvo buena y polvorienta.









Los colores del mineral eran impresionantes. Entre el cielo azul y el rojo intenso de las rocas...















Después bajamos, y encontramos un lugar para almorzar, con mesas bajo un parrón y un gallo que escalaba troncos.



Volvimos al camping, y armamos las cosas. Tomamos una ruta distinta para volver.



Lamentablemente en una de esas curvas, a causa del desproporcionado peso que llevaba la Transalp atrás y un tema de una velocidad de entrada mal calculada, la rueda delantera perdió tracción, y Ben se vino a tierra. Nada serio, solamente los plásticos delanteros del lado derecho de la moto trizados.

De vuelta, saliendo de una Copec en la Ruta 68, un paco me pasó un parte por no detenerme completamente ante un disco Pare. Todo sea por que el visitante se sienta bienvenido en Curacaví, cierto?

De vuelta, la luna nos acompañó hasta la casa.




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Friday, May 12, 2006

Aviso de Interés Público

En Santiago de Chile se aplica una prohibición rotante a un subconjunto de los vehículos de la ciudad, con el fin de mejorar la calidad del aire. La llamada "restricción vehicular" se fiscaliza por medio de Carabineros de Chile. Lamentablemente, algunos funcionarios de la institución parecieran no estar al tanto que la restricción no se aplica en ningún caso a las motocicletas.

Compañeros, todo parte sacado por restriccion a una moto es un parte mal cursado y deberá ser denunciado en la comisaría correspondiente.

Llamé al (02) 4387700, SEREMI de Transportes de la Región Metropolitana. Marcia Villaroel (Unidad Aseguramiento de Calidad) me ha explicado claramente que las motos NO están sujetas a restricción.

Me envió las dos resoluciones pertinentes: las de la preemergencia de hoy, y la anual para el 2006.

Noten que dicen: "a vehículos de 4 o más ruedas".

No está demás imprimirlos para meter en alguna parte de la moto.

Saludos y a rodar.

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Thursday, May 11, 2006

Manual de Taller XR250R, 1996-2004

Me costó, pero lo conseguí. Para todos los compañeros motoqueros con esta moto, y particularmente para tocarle los huevos a los descriteriados que venden o sólo cambian manuales de taller, aquí está el manual de taller, o despiece, o service o shop manual de la Honda XR250R, para los años 1996, 1997, 1998, 1999, 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004.





Las demás personas que se ofrecieron a hostear este manual dejaron de hacerlo.

Saludos y a rodar.

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