Wednesday, April 09, 2008

Vuelta Jémez

A veces bromeo diciendo que un doctorado en física es una tarea tan pesada y económicamente inviable que te pagan por estudiar; mientras mis coetáneos ya tienen auto, sueldo jugoso y una vida más o menos tradicional, yo sigo haciendo tareas (a última hora) y dando pruebas (jugosas). Aquí en gringolandia, en la Universidad de Nuevo México, no me pagan por amor a la ciencia solamente; el sueldo lo recibo como pago por las clases que realizo en los laboratorios docentes subterráneos. Ahí, los sospechosos de siempre (los alemanes del frente, Cristina de Venezuela, Eric de Massachusetts, Leigh de Boston y una buena parte de los estudiantes de doctorado de primer y segundo año del departamento) intentamos lidiar con los ecos del sistema de educación pública secundaria americana, mis copos de nieve, tan especiales. El año pasado–mi primer semestre–la corrección de sus informes de laboratorio resultó ser una tarea formidable, no sólo por el volumen (cada semana, unos 60 informes, de una docena de planas cada uno) sino también por la ocasional ausencia casi total de razonamiento y ponderación humana en los trazos de lápiz que adornaban las carillas.

Mi frustración era evidente, visible al mundo exterior: desarrollé tics involuntarios y solía dialogar–casi en voz alta–con las respuestas dadas por los estudiantes en sus informes (y siempre en buen chileno). Ahora bien, un ayudante en una universidad chilena seguramente asignaría calificaciones en proporción directa con la cantidad de respuestas acertadas y bien razonadas dadas por el estudiante. La escala de notas sería simplemente la cruda y fría realidad de una proporción directa, así de simple. El que no puede, que se largue; la universidad no es para gente como usted. O se pone las pilas, o se va pa' la casa.

Pero las cosas son distintas aquí. No es posible cerrar los ojos frente al nivel de los estudiantes que ingresan, y lanzarse hacia ellos con un enorme bolígrafo rojo, descuartizando a diestra y siniestra. Hay que trabajar con lo que se tiene, darles la oportunidad de que aprendan a dar el nivel de respuestas que uno pide. La metodología educacional chilena está basada principalmente en ideales antiquísimos, donde el estudiante aprende y se motiva por miedo absoluto y pleno al bolígrafo del profesor ("El siete es para dios!" y otras joyitas, no?) Es sabido por todos que la educación secundaria americana es un total y absoluto desastre, una antítesis ridícula de los ideales antiguos, estrictos, despóticos. La educación superior gringa, sin embargo, dista mucho de las chacras de ignorancia y estupidez voluntaria que tan famosas se han hecho. Aquí hay gente dispuesta a buscar una mejora; algún camino medio entre la amenazante varilla victoriana y el laissez-faire de los high schools. Una de esas personas es mi jefe.

Cuando postulé a la universidad aquí, no tenía idea qué tipo de ayudantías estaría enseñando. Si me colocaban a cargo de una ayudantía de termodinámica, mecánica estadística o algún otro de mis puntos sensibles, ciertamente me vería en aprietos. Pero mis preocupaciones resultaron ser en vano; la semana antes de que las clases comenzaran nos reunimos todos con el director de los laboratorios docentes, y quedó claro que seríamos ayudantes de estudiantes de primer y segundo año de otras carreras. Fácil! Y si el inglés no te da para más, como es el caso de varios estudiantes asiáticos, siempre está la posibilidad de ser ayudante corrector. Nadie pierde; todos ganan.

Comenzó el semestre, y este jefe nos apoyó al 100%. Fue una enorme sorpresa darme cuenta que nos estaba enseñando y hablando de metodologías educacionales que había oído de mi padre, siempre activamente involucrado y enterado de los últimos enfoques educacionales que llegaban desde el Reino Unido y otras partes, enfoques que poco a poco se estaban colando hacia la educación primaria y secundaria chilena vía los colegios privados británicos. En resumidas cuentas, hicimos buenas migas.

De palabras pensadas y tranquilas, de figura flaca, algunas canas por aquí y por allá, daba la impresión de que estaría más a gusto meditando en un templo budista zen. A decir verdad, no nos escondió nunca cuál era su lugar predilecto: cualquier parte de New Mexico donde se pudiera largar con una mochila o una carpa, y su amada esposa.

Uno de los lugares acerca de los cuales nos habló eran las montañas Jémez, al oeste de Santa Fe. Bosques, montañas, fauna, senderos interminables; todo esto estaba a no más de una hora y media de distancia.

El primero de Marzo me encontré con un fin de semana despejado y una moto casi lista. Faltaba sólo realizar todo el procedimiento de modificación del carburador, cambio de chicleres y todo eso, pero no era urgente. Decidí lanzarme en la dirección general de las Jémez, a ver si encontraba caminos de tierra.

Partí por la ruta azul, hacia el norte. Me desvié hacia el Pueblo de Santo Domingo, pero tuve que dar media vuelta y retroceder. Seguí hasta Santa Fe, White Rock, Bandelier, y por fin estaba en los Jémez.

El KMZ para Google Earth está aquí.



Mi mapa de papel mostraba varios caminos hacia los Jémez, y todos de tierra. Escogí uno, y la ruta pavimentada que tomé saliendo de la autopista me llevó cerca del Pueblo de Santo Domingo. En New Mexico, cada vez que ves un lugar que se llama "Pueblo de", puedes estar seguro que te encuentras en una reservación indígena. Como mencioné en el artículo anterior, eso es sumamente relevante si te paran los pacos.

El Pueblo de Santo Domingo no parece más que un caserío deprimente, como la mayoría de los lugares rurales semi-modernos que he visto hasta el momento. Si esperaban algo culturamente significativo, quizás algún mural pintado por aquí y por allá, pues lamento desilusionarlos.

Pasado el Pueblo, llegué al Cochiti Dam, al parecer una de las represas con pretil de tierra más grandes de los Estados Unidos.



Y más grande. (click).



Un poco más allá, alegría!



Y 30 metros más allá, una caseta de guardaparque, una entrada de $5 y naturalmente un guardaparque native american que me informa–con un acento divertido–que los caminos están cerrados debido a la nieve. Por la puta.

Me di media vuelta, tomé otro camino, ya ni me acuerdo por dónde.



Intentaría tirar hacia Santa Fe, y luego pasaría por las Jémez.



Un desvío lateral de tierra; irresistible, naturalmente.



Rejas, cómo las odio.



No tresspassing, no tresspassing.



De ahí a la autopista, evitando Santa Fe por el oeste por el Santa Fe Relief route, un bypass. Pero este bypass es medio huevón, porque tiene límite de velocidad bajo y semáforos cada tanto. La weá idiota.

De ahí al oeste hacia Los Alamos, cuna de la bomba atómica. Sobre el lugar no diré nada por el momento, porque si todo sale bien, este verano van a estar viendo bastante de ese pueblito. Mantengamos los dedos cruzados.



En vez de pasar por el pueblo, tomé un desvío hacia el sur oeste, hacia White Rock, netamente en base a las sinuosidades del camino aparentes en el mapa. Pasé por el Bandelier National Monument, y eso ciertamente da para una detención y mención más detallada, pero supongo que ya habrá tiempo para eso. Esta vez, seguí de largo.






Es por esa zona que comienzan las cosas raras. Una vuelta del camino te permite ver, a lo lejos, entre un bosque tupido, una enorme antena parabólica de radio, absolutamente gigante. Sigues avanzando, y ya nunca vuelve a hacer aparición. Más adelante, un cartel grande que señala el LOS ALAMOS TECH AREA 37. Una reja de alambre, una caseta de guardia, y seguramente armas automáticas al alcance de la mano. Toda esta área está invadida por los tech area del Los Alamos National Lab. Hay un mapa aquí (los puntitos son depósitos de material nuclear). Es muy, pero muy extraño avanzar por un camino de bosque, de cerros, con nieve en la sombra, pájaros volando por aquí y por allá, y esporádicamente encontrarte con recintos fuertemente defendidos.






Seguía paranoico de que me pille un paco gringo. Los límites de velocidad son, en verdad, una reverenda idiotez.



Un poco más allá de la foto anterior, un desvío hacia un camping. Hielo por todas partes, hay que tener cuidado.



Y ese es el camino por donde venía; comenzó la cuesta.






Hacía frío allá arriba.



Y qué es esto? Un campo de nieve enorme, gigante. El área al parecer se llama Valles Caldera, y claramente esto alguna vez fue una caldera volcánica. Pero el tamaño!



Miren: (click)



Absolutamente increíble.






Ah, notaron el skid plate nuevo? Es el modelo que le corresponde a la XR650R, pero cabe igual, y ofrece mayor cobertura lateral.



O también: (click).






Hacía frío.



No hay nada como la nieve al atardecer.






Durante la primavera todo esto se deshiela; me pregunto qué aspecto tendrá.









Víctima de un relámpago, quizás?



No tresspassing, no tresspasing... bah, chúpalo.












El camino me seguía llevando por las alturas de los Jémez, pero ya sería hora de bajar.



Más o menos por aquí se abrió un camino de tierra hacia mi izquierda. Llevaría hacia el sur, hacia donde tenía que ir, pero era tarde, y el camino sería un lodazal congelado. Seguí por el pavimento.






De ahí pasé por Jémez Springs, al parecer una fuente de aguas termales. De vez en cuando lograba oler el aroma del H2S, ese olor a huevo podrido que delata una emanación geotérmica.

Y después, vuelta a casa, a 120, 130 km/h, afirmado contra la enorme fuerza del viento, contra el frío. Habrá que volver en otra época, y con más tiempo.

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4 Comments:

Blogger Jaskask said...

La intro es perfecta.

7:30 PM  
Blogger A.L.C. E CUGO said...

Hola soy ANA__al final dice eso Espera! A dónde vas? Hay más posteos (y más fotos!) en el menú de la derecha! pero te guarde en FAVORITOS y cuando mi mente necesite luces de sol sobre la naturaleza abrire tu paraiso

8:07 PM  
Blogger Unknown said...

Uberlandia,Brasil,maio,03,2008
Hola Durandal!
Saludos desde Brasil envia un veterano motero!
Buena suerte en las tierras gringas!
Ass:Antonio Martins

5:58 PM  
Blogger F r a n c i s c a said...

Hola...

miestras leia la primera parte...
me acordé de cuando tuve que leer a Paulo Freire. ja!, ahí él habla sobre lo que tu dices, él la llamaba la educacion bancaria.

8:13 PM  

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