Saturday, December 05, 2009

Al Cerro Renca Con Alvaro

Otra ida más al Cerro Renca, esta vez con Álvaro.

Lo pasé a buscar a su taller. (click).



Me mostró otra entrada al cerro, donde no era necesario pasar por la urbanización.



Es una aproximación por el oeste, sin tener que abrir ni rejas ni portones. (click).



El problema es que de un momento a otro me separé de Álvaro, y se me perdió. Una cosa es entrar de la calle a los faldeos, otra distinta es subir de los faldeos al cerro mismo.



Tarde o temprano nos reencontramos, y comenzamos las rutas habituales.



El smog habitual de mayo tapaba la cordillera.



Pero quizás valdría la pena esperar la puesta de sol.



Vuelta por aquí, vuelta por allá.



Aquí, una vista del ACC del Cerro Colorado.



Esperamos la puesta de sol? O no la esperamos?



Decisiones, decisiones...



Bueno, nos quedamos.



Poco a poco las superficies planas del noroeste de Santiago comenzaron a hacer de espejo.



La verdad es que esta puesta de sol no prometía. (click).



Mirando en la otra dirección, un cuadriculado de color. Les recuerda a SimCity?



Interesante contraste. (click).



Que se joda la puesta de sol. Hacía frío y queríamos bajar antes de que oscureciera. Buscando el camino para bajar nos encontramos con algo inesperado. Ven el punto blanco?



Aquel es un hombre motivado, no lo creen?


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Thursday, December 03, 2009

Al Valle de las Arenas Con Camilo

Ese día sí que hacía frío. Habíamos tenido un mayo excepcionalmente cálido, pero ya los días tibiecitos se habían ido. Le pregunté a Camilo si quería salir, a explorar el Valle de las Arenas. Asintió, nos abrigamos, y partimos.

Naturalmente fue necesario pasar al lugar habitual para comernos unas empanadas.



(click).



(click).



Es difícil conseguir fotos interesantes en los días grises y nublados como éste. Los colores del cajón estaban apagados. El único bastión del color era la yesera.



Definitivamente hoy las tonalidades serían sutiles, apagadas. (click).



Camilo iba con las muñecas sensibles. No se equivoquen, chicos: éste hombre está felizmente casado y las muñecas normalmente las tiene bien erguidas. Pero hace unos días que habían caído víctimas de la tendinitis.



La condición para salir de paseo era nada que le hiciera forzarlas.



El problema es que el último tramo del camino se hizo bien difícil. Más parecía lecho de río rocoso que camino. Yo avanzaba, y esperaba a Camilo. Avanzaba un poco más, y lo esperaba.



Decidimos volver sin haber llegado hasta donde alguna vez avanzamos con los otros chicos.

Ahí tuvimos la sorpresa del día: todos los colores que habían permanecido escondidos por flojera, mandaron la tropa de anaranjados, amarillos, rojos, fucsias y lilas a poner la cara.



Y qué espectáculo nos aguardaba.



Volvíamos lento, lento.



Iba hipnotizado.



El frío, las muñecas adoloridas, todo eso valió la pena.



Una última mirada hacia atrás. (click).



Y con eso, avanzamos hacia el ocaso.

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Tuesday, December 01, 2009

De Albuquerque A Santiago, Invierno '09

A medida que va pasando el tiempo voy dejando atrás la idea del artículo enfocado a los paseos en moto. Las ocasiones en las que tomo la cámara y salgo a mirar por el lente son ya de otra naturaleza.

En el intervalo entre el viaje de comienzo de año y el de mayo tuve la oportunidad de pasearme por aquí y por allá, salir del tedio rutinario de Albuquerque. Pero antes de llegar a eso, debería corregir lo que acabo de decir. Tanto tedio ya no es; uno va conociendo personas y lugares que resultan imprescindibles para conservar la sanidad mental y practicar el carpe diem.

En cuanto a lugares para salir en la noche, no diría que hay bastante selección en Albuquerque. Es decir, sí, claro, hay lugares, pero no son de mi gusto. Pero uno de esos lugares lo tolero, y por costumbre, voy a veces. Aquí uno puede encontrarse de vez en cuando con otros estudiantes internacionales.



Gente relajada, diferente, sin apuro.



También están los carretes en casa. No hay nada mejor que carretear con la cámara en mano con la f/1.8 50mm puesta. A modo de ejemplo: para que no se le pierda la botella, átesela.



El problema es que tener la botella tan a la mano suele resultar en una botella vacía al final de la noche.



Pero generalmente los carretes de casa son interrumpidos por la policía tipo 1:30 AM. Ellos mismos se autodenominan "party patrol". Suelen no respetar eso de que deben tener orden judicial para poder ingresar así como así a una casa. Uno de los físicos alemanes de intercambio tuvo la ingenuidad de preguntarles por el warrant cuando ingresaron a su casa. Le torcieron el brazo, lo pusieron contra la pared y le inventaron una serie de boludeces sobre su posible deportación.



Fui ayudante de un ramo de física experimental introductoria. Estuvo bastante entretenido: desde fotolitografía hasta programación en LabView.



Por Febrero fui a una conferencia de información cuántica en Seattle. Postulé a una beca de viaje de la universidad, y me la gané. Me fui una semana antes a Vancouver, como la beca no especificaba cuáles deberían ser las fechas de viaje. :)



Y la ciudad me encantó. Qué lástima estar atado a Albuquerque.



Pero bueno, así es la cosa. Granville, una isla bastante especial bajo el puente.






Y las puestas de sol marítimas, cómo las extrañaba.



Stanley Park, un parque enorme en una península. En tamaño, algo así como el Parque Metropolitano de Santiago. Quizás más grande.



Ese día me fui de caminata laaarga.



Y una vista más ancha. (click)



Y en el jardín Queen Elizabeth, al sur del centro, me creerán que encontré nalcas? Está bien; serguramente son gunnera manicata y no gunnera chilensis, pero bueh.



En la cima del cerro donde está situado el parque hay un jardín botánico bajo techo, el Bloedel Conservatory, construído en el estilo de Buckminster Fuller.



Y una vista de Vancouver. (click)



Vancouver también tiene un barrio chino, junto con un pequeño jardín interior.



Los Jardines asiáticos siempre me atraen; suelo pasar un buen rato paseando y mirando.



De todos los días que estuve, no me llovió casi nunca, algo medio insólito para la región.



A lo más, unos días de frío, sin sol.



Y del otro lado del puente. (click)



Lo había pasado muy bien, pero era hora de tomar el bus a Seattle desde el Pacific Central. Es un viaje de tres horas nada más, incluida la aduana.



Y una vista más ancha. (click)



La conferencia fue en el Hotel Deca, una torre recientemente rediseñada al estilo Art Deco. Por un mal cálculo con mis fechas de estadía y las que había mencionado en la postulación a la beca, terminé pagando una noche de $135 dólares por mi cuenta. Ojalá que nunca más tenga que pagar tal cantidad por babear una almohada.

El lugar de la conferencia se eligió por estar en el barrio universitario de la University of Washington. Qué falta me hacía encontrar comida árabe barata, a precio de estudiante. En uno de los recorridos por los laboratorios de la universidad, guiado por uno de los investigadores que participó de la conferencia, me encontré con esta maravilla: raciones de emergencia, unas 2300 galletas, envasadas en 1962. Me imagino que las galletas ya no estaban.



Vista hacia el enorme puerto.



Una vista hacia Bainbridge Island. Y de dónde tomé esta foto, se preguntarán?



No fue del Space Needle, ícono famoso de Seattle. Cobran una barbaridad por subir, y cierran temprano. El Columbia Center, el edificio más alto de Seattle, en cambio, cobra unos mangos por subir, está abierto hasta tarde, y tiene casi el doble de altura. La base está situada a mayor altitud, además. Me cago en el Space Needle.



Y qué vistas, eh?



Un día tomé el ferry a Bainbridge. Se demora poco, menos de una hora si mal no recuerdo.



Fue raro ver cómo se alejaba Seattle.



Corría un viento de puta madre pero no quería estar encerrado en las enormes salas de pasajeros. Habia un leve olor a vómito cerca de los baños.



A lo lejos, en la bruma de atardecer, Mount Rainier. Los gringos también pueden tener su Fuji yama.



Este enfermo mental andaba dando vueltas y vueltas por el ferry. No les cuento el frío que hacía. Y nunca pude determinar si era una mochila lo que llevaba en la espalda.



(click)



Ah, las luces de Seattle.



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Cuando ya no hacía tanto frío, en los albores de la primavera, me fui de road trip con un grupo de chicos internacionales. Dimos la vuelta por el suroeste de New Mexico. Aquí, una visita al Very Large Array, al oeste de Socorro.



El Gila Catwalk, parte de un largo sendero por una quebrada angosta.



Valió la pena comprar un filtro neutro, para poder tomar exposiciones largas de día.



Después por algunos ghost town, pero la verdad es que no aprovechamos mucho el tiempo aquí.



Y luego hacia las moradas de Gila, donde antiguamente vivían los habitantes nativos de la zona.



Y desde afuera. (click)





Una parada para el almuerzo. A estas alturas, los sandwich de queso y jamón de pavo de paquete me tenían las bolas por el piso.



Y después, de camping en City of Rocks, una formación de rocas gigantes en la pampa.



Llegamos unas horas antes del anochecer. Mi preocupación principal era lograr enfriar la cerveza.



Pasé esas horas antes del atardecer caminando por aquí y por allá, tomando fotos. Extrañamente, muy pocas le hicieron justicia a la enorme majestuosidad de las rocas.



El sueño del gringo.



El sol se puso, y los coyotes comenzaron su aullido maricón.



Para combatir el frío.



Roncola, cerveza y conversación.



Pero no suelo quedarme en un sólo lugar cuando tomo, así que me alejé de la luz y el calor. No me pregunten cómo logré hacer que la cámara enfocara el cielo estrellado en ese estado, pero para mi felicidad y alegría al día siguiente, tenía una serie de fotos como ésta en la tarjeta de memoria.



Al día siguiente partimos a White Sands, un desierto de aljez. Sí, es arena. Al sur de la reserva natural se encuentra el White Sands Missile Range, donde realizan ensayos con misiles y aviones sin piloto.



Entre las dunas hay planicies alcalinas, donde la arena está escarchada con sales cristalizadas.



Aún con calor, la arena se mantiene fría. No hay nada como sentirla entre los dedos de los pies.



Lástima que esta vez no hubieran nubes para darle ese no sé qué a la puesta de sol.



(click).



De noche, un asado preparado por un papá suizo, y las estrellas, las estrellas!



Ahí, lejos de la luz y el calor, acostado en la arena fría, ajustando la cámara, escuché un sonido como una explosión distante. Me volví hacia el otro lado, hacia la fuente del sonido, y luego de mirar largo rato, vi una estrella distinta al resto: no muy brillante, pero sí claramente anaranjada. Sin embargo, no era una estrella, porque se movía casi imperceptiblemente. Y no era una, sino dos, cercanas. Mientras miraba, una se apagó, y luego la otra. Resultó que había presenciado el boom sónico de dos jets, y los puntos anaranjados eran sus afterburners. Seguramente habían salido recientemente de la base de Alamogordo.

Volví mi atención a la cámara, y me lamenté ante la proporción de gente que seguramente habría estado convencida de que habían visto un ovni, en el sentido extraterrestre, místico y poco riguroso del término.

En la distancia, el brillo de Alamogordo.



Un tiempo después fui al festival Holi, el festival hindú de los colores. Agua coloreada, pigmentos y mucha gente corriendo por todas partes.



A chorro limpio.



Y pensar que toda esta gente llegó con ropa limpia.



Una de mis fotos favoritas.



O quizás es esta. =P



Y así, cuando el clima ya iba mejorando, ya hacía calorcito y la primavera estaba en su expresión máxima, partí a Chile otra vez.

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