Paseo a Termas El Plomo
El día antes de viajar a Curacaví por lo del parte partí al Cajón del Maipo. Desde que tengo moto he escuchado acerca del embalse El Yeso y las Termas El Plomo, y lo hermosos que son. Con la XR 125 nunca fui; después del viaje Chillán en Noviembre adquirí más confianza en tierra, pero a pesar de esto, el paseo nunca se dio. Quizás porque siempre partía demasiado tarde como para llegar; el Cajón del Maipo se ve engañosamente cerca a Santiago, pero la falta de estaciones de servicio pasado San José de Maipo es un factor a considerar.
La primera incursión hacia el Embalse fue hecho un Domingo, motivado por frustración y con una partida tarde. Llegué al Embalse, pero se me hizo de noche, y mi luz delantera estaba apuntando demasiado bajo (ajustarla es un trabajo engorroso, hay que sacar la máscara).
Debo decir que la vuelta ciertamente fue interesante: la noche estaba tan oscura, y el haz de mi luz tan certeramente oscuro pasados los 5 o 6 metros, que en una ocasión incluso me salí del camino, tomando un desvío alternativo durante una decena de metros.
Con la licencia en mano, y acompañado de buen clima, partí al Cajón, para por fin hacer el recorrido bien hecho.
El camino se me hizo eterno, en particular por la restricción imbécil de sectores de Av La Florida y Av Las Vizcachas de 50 km/h. Detesto ese afán mediocre de algunas municipalidades de dejar la señalética vial en un estado tal que la falta de inversión en su reposición no solo ahorra dinero, sino que además genera copiosos ingresos por partes.
El conducir un vehículo respetando absolutamente todos los límites de velocidad impuestos es un ejercicio de una complejidad mayor a lo que uno pensaría. Deberías probarlo algún día. No me refiero a manejar bajo los 60 km/h que la ley establece como máxima velocidad en zona urbana, sino respetar al pie de la letra cada señal de velocidad máxima que veas, durante la distancia completa entre ésta y la siguiente. A veces pareciera que se les "olvida" colocar una señal que vuelva a subir el límite, cuando la zona que amerita una velocidad reducida haya pasado ya.
Después de un lento paseo por el valle, mirando por los espejos constantemente y dejando pasar a los vehículos que llevaban una velocidad más razonable, llegúe a San José de Maipo. Eché bencina, y partí nuevamente. Eventualmente llegué al final del asfalto, y comenzó la polvareda.
La calamina, la pendiente y el polvo hacen del tramo inicial uno levemente frustrante, quizás también porque es el tramo durante el cual uno se olvida del manejo sobre asfalto y entra em la modalidad de andar sobre tierra, algo completamente distinto. Lo más difícil, para mi, es relajarme y aceptar que la moto va a moverse constantemente bajo uno, una oscilación sutil sin regularidad ni sentido, sobre la cual se superpone la conducción.
Después de escuchar y sentir como mi rueda trasera rebotaba sobre la calamina, restándome tracción, decidí ajustar la suspensión trasera. No sé nada sobre suspensión, así que dejé la amortiguación de la compresión en el mínimo. No ajsuté la amortiguación de la expansión por flojera, y porque sólo tenía una moneda a mano como para usar en la ranura del tornillo de ajuste (más flojera me daba sacar la bolsa de herramientas).
En un punto del valle existe algo así como un refugio abandonado. Se ve bastante militar en su diseño y estética, pero ya no queda nada que de un indicio de su pasado, por lo menos desde el camino.
El aire se enfrió y adquirió esa frescura de altitud, de montaña. Además, comenzaba a sentir la presión sutil en la cabeza que me causa la altitud. Los cerros tenían esos colores surreales que parecieran ameritar tenerlos guardados bajo una capa de nieve la mitad del año, como para preservar su luminosidad.
Y llegúe al Embalse El Yeso. El camino que lo bordea es muy angosto, con una caída al agua por un lado y la roca pelada al otro.
Después del Embalse, seguí. Quería ver hasta donde llegaba el camino, a ver si encontraba las Termas.
El camino fue haciéndose cada vez más angosto y más deteriorado. En algunas sombras había hielo, y algunas pozas de barro eran de barro congelado.
El camino finalmente llegó a un valle plano, y desapareció. Supuse que el camino cruzaba en algún punto un amplio lecho de río, así que me lanzé a cruzarlo. No fue difícil, y fue muy entretenido poder avanzar en línea recta, sin importar lo que hubiere en el camino (rocas, agua, tierra, arena).
Tomé una rama equivocada del valle, y cuando vi un auto estacionado en medio de la nada (cómo llegó hasta ahí?!), me dio confianza como para subir por un camino que bordeaba el cerro. Por aquí estarán las Termas?
No. La foto la tomé mirando hacia el valle, porque había recién logrado dar vuelta la moto, luego de 10 minutos de jalar, trabajar los frenos, embrague, etc. Sudando como chancho. Las rocas se hicieron cada vez mas grandes al avanzar, y llegó un punto en el cual ya estaba avanzando sobre trozos filudos de roca del tamaño de cajas de zapato. preferí volver, porque no tenía gracia avanzar tan lentamente y con tanta dificultad.
Finalmente llegué a las Termas. Habían unas 3 o 4 carpas, un par de autos, unos jeep, y me dijeron que recién se habían ido unos tres autos más. Al parecer es un destino popular. El agua, por lo menos en la parte donde yo metí los dedos, no era tibia, pero tampoco gélida. Supongo que algo con la temperatura de una piscina fría es una temperatura caribeña para la cordillera.
Habían otras rutas que quería explorar, pero el sol se estaba poniendo, y quería volver con luz.
Hice la mitad del camino de vuelta a oscuras, y con un haz con una alineación no mucho mejor que la vez anterior. Bajando me topé con tres 4x4, pero de esos más citadinos, más redondeados. Iban rápido y levantaban una polvareda tal que no se veía absolutamente nada. Por su velocidad y el polvo fue difícil aproximarme para pasarlos, y cuando lo hice con el primero, que venía más atrás, no me dio ninguna facilidad para pasar. Qué le cuesta? Es una moto. No es como si fuera a tragar más polvo del que ya estaba tragando a causa de los otros dos. Lo pasé igual, y un poco más adelante, al reflexionar sobre su testarudez, bajé los talones a la tierra un rato. Eso sí que levanta polvo :-)
La primera incursión hacia el Embalse fue hecho un Domingo, motivado por frustración y con una partida tarde. Llegué al Embalse, pero se me hizo de noche, y mi luz delantera estaba apuntando demasiado bajo (ajustarla es un trabajo engorroso, hay que sacar la máscara).
Debo decir que la vuelta ciertamente fue interesante: la noche estaba tan oscura, y el haz de mi luz tan certeramente oscuro pasados los 5 o 6 metros, que en una ocasión incluso me salí del camino, tomando un desvío alternativo durante una decena de metros.
Con la licencia en mano, y acompañado de buen clima, partí al Cajón, para por fin hacer el recorrido bien hecho.
El camino se me hizo eterno, en particular por la restricción imbécil de sectores de Av La Florida y Av Las Vizcachas de 50 km/h. Detesto ese afán mediocre de algunas municipalidades de dejar la señalética vial en un estado tal que la falta de inversión en su reposición no solo ahorra dinero, sino que además genera copiosos ingresos por partes.
El conducir un vehículo respetando absolutamente todos los límites de velocidad impuestos es un ejercicio de una complejidad mayor a lo que uno pensaría. Deberías probarlo algún día. No me refiero a manejar bajo los 60 km/h que la ley establece como máxima velocidad en zona urbana, sino respetar al pie de la letra cada señal de velocidad máxima que veas, durante la distancia completa entre ésta y la siguiente. A veces pareciera que se les "olvida" colocar una señal que vuelva a subir el límite, cuando la zona que amerita una velocidad reducida haya pasado ya.
Después de un lento paseo por el valle, mirando por los espejos constantemente y dejando pasar a los vehículos que llevaban una velocidad más razonable, llegúe a San José de Maipo. Eché bencina, y partí nuevamente. Eventualmente llegué al final del asfalto, y comenzó la polvareda.
La calamina, la pendiente y el polvo hacen del tramo inicial uno levemente frustrante, quizás también porque es el tramo durante el cual uno se olvida del manejo sobre asfalto y entra em la modalidad de andar sobre tierra, algo completamente distinto. Lo más difícil, para mi, es relajarme y aceptar que la moto va a moverse constantemente bajo uno, una oscilación sutil sin regularidad ni sentido, sobre la cual se superpone la conducción.
Después de escuchar y sentir como mi rueda trasera rebotaba sobre la calamina, restándome tracción, decidí ajustar la suspensión trasera. No sé nada sobre suspensión, así que dejé la amortiguación de la compresión en el mínimo. No ajsuté la amortiguación de la expansión por flojera, y porque sólo tenía una moneda a mano como para usar en la ranura del tornillo de ajuste (más flojera me daba sacar la bolsa de herramientas).
En un punto del valle existe algo así como un refugio abandonado. Se ve bastante militar en su diseño y estética, pero ya no queda nada que de un indicio de su pasado, por lo menos desde el camino.
El aire se enfrió y adquirió esa frescura de altitud, de montaña. Además, comenzaba a sentir la presión sutil en la cabeza que me causa la altitud. Los cerros tenían esos colores surreales que parecieran ameritar tenerlos guardados bajo una capa de nieve la mitad del año, como para preservar su luminosidad.
Y llegúe al Embalse El Yeso. El camino que lo bordea es muy angosto, con una caída al agua por un lado y la roca pelada al otro.
Después del Embalse, seguí. Quería ver hasta donde llegaba el camino, a ver si encontraba las Termas.
El camino fue haciéndose cada vez más angosto y más deteriorado. En algunas sombras había hielo, y algunas pozas de barro eran de barro congelado.
El camino finalmente llegó a un valle plano, y desapareció. Supuse que el camino cruzaba en algún punto un amplio lecho de río, así que me lanzé a cruzarlo. No fue difícil, y fue muy entretenido poder avanzar en línea recta, sin importar lo que hubiere en el camino (rocas, agua, tierra, arena).
Tomé una rama equivocada del valle, y cuando vi un auto estacionado en medio de la nada (cómo llegó hasta ahí?!), me dio confianza como para subir por un camino que bordeaba el cerro. Por aquí estarán las Termas?
No. La foto la tomé mirando hacia el valle, porque había recién logrado dar vuelta la moto, luego de 10 minutos de jalar, trabajar los frenos, embrague, etc. Sudando como chancho. Las rocas se hicieron cada vez mas grandes al avanzar, y llegó un punto en el cual ya estaba avanzando sobre trozos filudos de roca del tamaño de cajas de zapato. preferí volver, porque no tenía gracia avanzar tan lentamente y con tanta dificultad.
Finalmente llegué a las Termas. Habían unas 3 o 4 carpas, un par de autos, unos jeep, y me dijeron que recién se habían ido unos tres autos más. Al parecer es un destino popular. El agua, por lo menos en la parte donde yo metí los dedos, no era tibia, pero tampoco gélida. Supongo que algo con la temperatura de una piscina fría es una temperatura caribeña para la cordillera.
Habían otras rutas que quería explorar, pero el sol se estaba poniendo, y quería volver con luz.
Hice la mitad del camino de vuelta a oscuras, y con un haz con una alineación no mucho mejor que la vez anterior. Bajando me topé con tres 4x4, pero de esos más citadinos, más redondeados. Iban rápido y levantaban una polvareda tal que no se veía absolutamente nada. Por su velocidad y el polvo fue difícil aproximarme para pasarlos, y cuando lo hice con el primero, que venía más atrás, no me dio ninguna facilidad para pasar. Qué le cuesta? Es una moto. No es como si fuera a tragar más polvo del que ya estaba tragando a causa de los otros dos. Lo pasé igual, y un poco más adelante, al reflexionar sobre su testarudez, bajé los talones a la tierra un rato. Eso sí que levanta polvo :-)
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