A Lagunillas Con Camilo
A pesar de haber comenzado a empacar mis maletas unos días antes de partir hacia Chile, la noche anterior a mi partida me encontré puteando y reputeando, intentando hacer caber todo lo que debía llevar. Mi propio equipaje no era muy voluminoso, pero Camilo se había ensañado con los encargos. Aquí los señalo con flechas rojas.
De casco a botas, de kit reparador de pinchazos a tapones de válvula de neumáticos con forma de bola 8. Era una lista sin fin de objetos varios, la mayoría de los cuales tenían formas incómodas y raras, difíciles de empacar.
Se preguntarán, quizás, por el motivo de estos encargos. Pues bien, Camilo se había comprado recientemente una TTR250. Por fin saldría a andar en tierra como buen machote.
Con los papeles en orden y Camilo vistiendo equipo nuevo de pies a cabeza, partimos al Cajón. Ni les cuento la cantidad de autos, el tráfico a paso de caracol, las detenciones por ningún motivo aparente. Era por esto:
Qué mejor actividad para el primero de enero que ir al Cajón a bañarse. Si no hubiéramos usado la berma, a paso cuidadoso, probablemente habríamos llegado a este punto al atardecer.
Pero eventualmente nos libramos del taco y tomamos la subida hacia Lagunillas: un paseo corto, al punto, con buenas vistas.
Y eso es Lagunillas, un grupito de árboles en medio de la cordillera.
La vista me saludó como un viejo conocido. (click).
Ver a Camilo en la TTR me recordó las primeras veces que llevé la XR125L a los caminos de ripio.
Me encantan estos postes de cerco. Cuánto tiempo han estado aquí, bajo sol, viento, lluvia y nieve? Qué han visto? (Pasa el puntero sobre la imagen).
Esto de sacar la cámara grande es una joda. Por lo menos veinte minutos por parada. Pero a eso vine, no?
Ya lo mencioné en otro artículo, pero me es imposible ver un cerco en la cordillera extendiéndose hasta el horizonte sin pensar en el libro Redoble por Rancas.
Aún en pleno verano, algunas manchas distantes de nieve en las quebradas más protegidas.
Y en los imponentes macizos, su capa de nieve eterna.
Lagunillas tiene dos subidas hacia el sur, por la loma de los cerros. La primera, fácil. La segunda, requiere un poco de experiencia. El sendero es angosto, las piedras están sueltas, y a tu izquierda está el cerco, el cual querrás evitar a toda costa. Yo subí hasta la parte superior de la loma, donde está el poste con banderines.
Camilo decidió ser prudente, y fumarse un cigarro mientras yo tomaba fotos.
Una toma cercana...
... y una lejana (click).
Ésta me gusta bastante.
Cómo sería estar en aquellas cumbres, mirando hacia la puesta del sol?
Noté que Camilo me estaba haciendo señas. Al parecer ya había terminado su cigarro, y se estaba aburriendo.
Así que bajé hasta donde estaba él. Faltaba muy poco para que el sol se escondiera.
Retrato del joven endurero novato.
En la cima del mundo.
En este viaje la gran mayoría de mis paseos fueron al atardecer, en busca de la luz adecuada.
Los últimos rayos. (click).
Era hora de bajar.
De bajada nos encontramos con un par de personas, sus luces y un generador. Pasé de largo, y me quedé pensando. Eran: a) ovnimaniáticos, b) entomólogos o c) otra alternativa. La curiosidad me superó, y me devolví sin miedo a no poder alcanzar a Camilo, quien iba bajando por el camino a velocidad de abuela.
Efectivamente, estaban haciendo un estudio sobre las polillas del sector. O debería decir mariposas nocturnas? Me encantaría leer la publicación una vez que salga, pero ni idea cómo buscarla. Google no fue de ayuda, pero seguramente es demasiado pronto como para que hayan publicado resultados de Enero.
El resto del camino de vuelta transcurrió lentamente, sin evento.
De casco a botas, de kit reparador de pinchazos a tapones de válvula de neumáticos con forma de bola 8. Era una lista sin fin de objetos varios, la mayoría de los cuales tenían formas incómodas y raras, difíciles de empacar.
Se preguntarán, quizás, por el motivo de estos encargos. Pues bien, Camilo se había comprado recientemente una TTR250. Por fin saldría a andar en tierra como buen machote.
Con los papeles en orden y Camilo vistiendo equipo nuevo de pies a cabeza, partimos al Cajón. Ni les cuento la cantidad de autos, el tráfico a paso de caracol, las detenciones por ningún motivo aparente. Era por esto:
Qué mejor actividad para el primero de enero que ir al Cajón a bañarse. Si no hubiéramos usado la berma, a paso cuidadoso, probablemente habríamos llegado a este punto al atardecer.
Pero eventualmente nos libramos del taco y tomamos la subida hacia Lagunillas: un paseo corto, al punto, con buenas vistas.
Y eso es Lagunillas, un grupito de árboles en medio de la cordillera.
La vista me saludó como un viejo conocido. (click).
Ver a Camilo en la TTR me recordó las primeras veces que llevé la XR125L a los caminos de ripio.
Me encantan estos postes de cerco. Cuánto tiempo han estado aquí, bajo sol, viento, lluvia y nieve? Qué han visto? (Pasa el puntero sobre la imagen).
Esto de sacar la cámara grande es una joda. Por lo menos veinte minutos por parada. Pero a eso vine, no?
Ya lo mencioné en otro artículo, pero me es imposible ver un cerco en la cordillera extendiéndose hasta el horizonte sin pensar en el libro Redoble por Rancas.
Aún en pleno verano, algunas manchas distantes de nieve en las quebradas más protegidas.
Y en los imponentes macizos, su capa de nieve eterna.
Lagunillas tiene dos subidas hacia el sur, por la loma de los cerros. La primera, fácil. La segunda, requiere un poco de experiencia. El sendero es angosto, las piedras están sueltas, y a tu izquierda está el cerco, el cual querrás evitar a toda costa. Yo subí hasta la parte superior de la loma, donde está el poste con banderines.
Camilo decidió ser prudente, y fumarse un cigarro mientras yo tomaba fotos.
Una toma cercana...
... y una lejana (click).
Ésta me gusta bastante.
Cómo sería estar en aquellas cumbres, mirando hacia la puesta del sol?
Noté que Camilo me estaba haciendo señas. Al parecer ya había terminado su cigarro, y se estaba aburriendo.
Así que bajé hasta donde estaba él. Faltaba muy poco para que el sol se escondiera.
Retrato del joven endurero novato.
En la cima del mundo.
En este viaje la gran mayoría de mis paseos fueron al atardecer, en busca de la luz adecuada.
Los últimos rayos. (click).
Era hora de bajar.
De bajada nos encontramos con un par de personas, sus luces y un generador. Pasé de largo, y me quedé pensando. Eran: a) ovnimaniáticos, b) entomólogos o c) otra alternativa. La curiosidad me superó, y me devolví sin miedo a no poder alcanzar a Camilo, quien iba bajando por el camino a velocidad de abuela.
Efectivamente, estaban haciendo un estudio sobre las polillas del sector. O debería decir mariposas nocturnas? Me encantaría leer la publicación una vez que salga, pero ni idea cómo buscarla. Google no fue de ayuda, pero seguramente es demasiado pronto como para que hayan publicado resultados de Enero.
El resto del camino de vuelta transcurrió lentamente, sin evento.
Labels: cajondelmaipo, paseos