Monday, November 20, 2006

Meseta En Chicureo

Ayer salimos a dar una vuelta con Andrés. El día anterior había cambiado la catalina de 56 dientes de su Jianshe de 125 cc, a una de 49, y queríamos ver cómo andaba en las subidas.

Salimos a Chicureo, y después de tomar el camino Juan Pablo II desde Lo Barnechea, doblamos por la primera a la derecha, justo después de un cartel que dice "La Reserva". Caminos lindos de campo, y después, caminos de tierra seca, compactada, moldeada en formas extrañas e interesantes luego de la temporada de lluvias. En una de esas vueltas, encontramos la entrada a un campo, sin reja. Nunca hay que desperdiciar una invitación como esta, así que entramos.



Todo ya estaba bastante seco.

"Andrés."
"Qué?"
"Dame tu cara más ridícula."
"Ok."




El camino dio una vuelta, y comenzó a subir por el lado de un cerro.



Y arriba, cosa extraña, era todo perfectamente plano. Una meseta en medio de Chicureo.



Dimos unas vueltas, no era como para andar rápido, por las piedras.



Hacía calor, mucho calor.





La interrupción obligada para llamar a la esposa...



Llegamos al borde, y... esto sí que fue inesperado. Casas grandes, piscinas.



El camino seguía bajando por el otro lado de la meseta, pero luego se hizo demasiado angosto, y demasiado obstruído por plantas.



Y después, volvimos a casa.

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Saturday, November 18, 2006

Chanta, Picante, Roto: Recoge Tu Botella De Cerveza Y Lárgate A Tu Casa

Vamos por partes. El título quedará claro para cuando hayas leído este post.

Partí al Cajón. Lindo día, aire frío. Todo estaba en deshielo; los riachuelos y vertientes llenos de agua clara.

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Y verde, todo muy verde. El tramo inicial del Cajón, antes de San José de Maipo, estaba decorado por miles y miles de flores amarillas, los California Poppies, creo.

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Llegué al Embalse El Yeso. Ya habían quitado una de las rocas que había cortado el camino.

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Habrán notado la falta de palabras y relato. Sigo enojado.

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Llegaría a las Termas esta vez? La respuesta después de esta foto.

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No, el mantra de siempre: "La nieve me cortó el camino". Pffff. Pero no es por eso que estoy enojado.

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Bajé por el valle y tomé el camino lateral que tomé en el Paseo a la Mina. El camino, igual de difícil que la vez pasada.

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Todo cubierto de rocas rompe-bolas. No quedaba otra: sacar los pies hacia los lados, y darle en primera, a paso de mula, como buen tractor que es la XR 250 R. Amo esta moto.

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Después de un rato de subir, di la vuelta, y bajé. Casi la misma toma que la foto que tomé hace un tiempo ya.

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No se ve tan difícil.

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Permíteme hacer un zoom:

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Esa roca inocente justo delante del tapabarro es más grande que tu cabeza. Ah.

Este posteo fácilmente se podría haber llamado algo así como "Yo No Sabía Que Los Caballos Se Acuestan". Pues sí, se acuestan. Cuando no están enojados.

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Di unas vueltas en la planicie que se forma justo antes del embalse; restos de la crecida del río.

Barro seco, me recuerda a los huaicos en Perú.

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Sí, lo sé, pocas palabras.

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Arenilla suelta, y no pude subir. Así que dejé la moto como estaba, y descansé un rato.

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Volviendo, encontré nuevamente mi camino zen. Lo ven, ahí, a la derecha? Eso lo hice yo, con mis propias manos.

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Ahora sí les cuento.

Iba en la parte angosta del camino, esa que bordea el embalse. Delante mío, una van chica, de esas que les llaman pan de molde, con varias personas adentro. Muy lento, 20 km/h. Ok, es entendible, el camino es pésimo y tendré paciencia. A modo de cortesía, me mantuve a unos 10 metros, esperando, sin muchas esperanzas, de poder pasarlo en alguna parte adecuada.

Iba mirando la vista, el agua multicolor, la nieve blanca, disfrutando de que la única huella del ser humano en este lugar, aparte del Embalse en sí, fuera el camino, tierra removida, y como ya vimos en "Camino Cortado", este camino no es nada para la naturaleza, ni siquiera una coma, una pausa al hablar, no es nada. Un tic geológico, y todo volverá a como estaba.

De repente el que va en el asiento del pasajero, al lado del conductor, saca una botella marrón de cerveza por la ventana, vacía lo último que tiene, y lo tira cuesta abajo, a las rocas. Acto seguido, toqué la bocina, y no la solté hasta colocarme al lado de la ventana del personaje. La van se detuvo. El personaje tenía unos lindos lentes de sol plásticos, estilo deportivo-cuneta. El conductor, más viejo, se veía sorprendido. "Esa botella que tiraste. No deberías haber hecho eso", dije yo. "Pero si venimos escuchando música nomás" dijo él, o el conductor, a modo de non sequitur espléndido. "Bueno, ya, perdón, te pido disculpas, nunca más", dijo el personaje. "No me pidas disculpas a mi, de eso no se trata", a lo que respondió: "Y que querí que haga? Que la vaya a buscar?". "No cayó tan lejos del camino, sabes?" dije, por si algo de decencia tenía, por último para hacer el gesto. "Ya te pedí disculpas, qué mas quieres, ya te pedí disculpas".

Y me fui.

Y es cierto, qué más iba a hacer? Bajarse a buscar la botella, que no cayó tan lejos? Sí claro.

Iba enojado, enojado, viendo rojo. Avancé varios kilómetros. En una curva, de manera inesperada, perdí tracción, no recuerdo en cuál rueda primero. Sólo recuerdo haber pensado vaya, a pesar de estar derrapando con la delantera, todavía no me caigo. Como iba relativamente lento, por la curva, y porque la derrapada fue larga, habré caído con velocidad de trote, o incluso menos. Caí sobre mi rodilla y mi mano izquierda. Con las rodilleras y el guante, fue como apoyarse en un sofá.

La moto cayó sobre el manubrio izquierdo.

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Corté el paso de bencina e inmediatamente saqué la cámara, y tomé algunas fotos. Les parece raro? Vamos, la moto ya está en el suelo, más vale aprovechar la oportunidad de manera positiva.

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Daño: lo que noté inicialmente, los plásticos del protector de puños, raspado. No me molesta.

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Más adelante, me di cuenta que el manubrio en sí estaba levemente doblado. No molesta al andar, pero si te fijas, se nota :-(

Y para ti, el de la botella, ciudadano de poco mérito, a ti te digo: Chanta, Picante, Roto: Recoge Tu Botella De Cerveza Y Lárgate A Tu Casa.

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Thursday, November 16, 2006

Aviones y Cerros

Don Jano conoce un buen lugar para ir a jugar en la moto: los cerros detrás de Lampa. Lo pasé a buscar después del trabajo, y nos fuimos para allá.

El camino pasa detrás del aeropuerto, por el mismo lugar donde, hace años, me juntaba con amigos para ver cómo aterrizaban los aviones.

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Si te quedas quieto durante los segundos posteriores a la pasada del avión, puedes escuchar cómo se retuercen sobre tu cabeza los vórtices que dejan los extremos de las alas. Suenan como espíritus del viento, enojados.

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Seguimos hasta Lampa, y encontramos el acceso.

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Había una corrida de agua, seca en esta época, por donde me debatí si pasar o no. Tenía forma de U, con paredes bastante empinadas, y rocosas. Decidí pasar, y en la subida, perdí el equilibrio, y tuve que dejar caer la moto.

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Sacarla de ahí fue un gran trabajo. A los 15 minutos volví a donde estaba Jano, y me filmó subiendo y bajando por un tramo del camino.








Y después, a la casa, no sin parar otra vez para ver los aviones.


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Tuesday, November 14, 2006

Camino Cortado

Hace tiempo que no volvía a las Termas El Plomo, y hace un mes y tanto me entró la curiosidad por saber si acaso se podría llegar hasta el final, o si habría demasiada nieve. Los dos paseos anteriores que hice, a las termas y a la mina, fueron hechos antes de las grandes llovidas del invierno, y francamente no tenía muchas esperanzas de poder llegar hasta el final.

Pues partí en un lindo día a ver qué tal.

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La nieve estaba en retroceso en los cerros.

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Aunque todavía llegaba hasta el agua en el Embalse El Yeso.

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A modo de comparación, esta foto, del otoño:



Iba felizmente rodeando el Embalse El Yeso, siguiendo el camino angosto y pedregoso que sigue las curvas de los cerros, hasta que llegué al tramo justo frente al muro del embalse, un tramo recto y levemente en subida. Habían unos diez o quince autos y camionetas parados ahí, estacionados al lado del camino angosto, y la gente se paseaba. Qué raro. Seguí lentamente y cuando llegué al último auto, comprendí. Unas rocas gigantes se habían desplomado del cerro, y el camino estaba cortado. Todos estos autos eran de aquellos que tuvieron la intención de armar un paseo familiar dominical a las Termas seguramente, pero en vez de eso decidieron quedarse ahí.

Gracias a las bondades de la moto, pasé sin problemas entre dos de las rocas gigantes.

Al otro lado, una que otra familia caminando. Y un zorro!

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La escena al otro lado era extremadamente rara: mientras que el camino de tierra antes de ese punto había sido uno bastante normal, no fantástico pero tampoco terrible, aquí al otro lado de las rocas, en algunos tramos, casi no parecía camino. Es decir, existía la superficie plana de un camino, pero estaba cubierta de rocas pequeñas, de tamaños que variaban entre una naranja y una sandía grande. Algunos tramos estaban completamente despejados, pero otros, como el que se ve en la distancia en la siguiente foto, hacían que el andar fuera extremadamente difícil.

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Detesto este tipo de terreno. Es obligación andar con los pies abajo, y toda roca por la que pasas puede rodar hacia un lado u otro, haciéndote perder el equilibrio. Los traumatismos testiculares son frecuentes :(

Felizmente, una vez que el camino se despegó de la ladera del cerro, fue posible volver a andar tranquilamente.

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En en centro de la foto, se ve apenas el camino que intenté recorrer en el paseo a la mina, pero tapado por nieve. En esa ocasión la nieve también me cortó el camino; ya volveré en verano para recorrer estos lugares.

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Y pues casi predeciblemente... adivinen: la nieve me cortó el camino. No recuerdo bien cuánto me faltaba, diría que varios kilómetros todavía.

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Lo genial es que sentía que tenía el Cajón para mi solo; claramente no había ningún vehículo 4x4 pasadas las rocas gigantes, y todo el trayecto fui intentando detectar rastros de alguna moto. Habían huellas de algunas motos grandes, quizás F650 o KTM950, probablemente con esos neumáticos parecidos a los Metzeler/Tourance, pero ninguna huella fresca, reciente. A menos que alguien haya decidido caminar decenas de kilómetros por el camino, me encontraba completamente solo. Es rara esa sensación.

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Desmonté, y bajé al río.

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Estuve ahí un buen rato.

Para la vuelta, tuve menos suerte al tratar de cruzar el terreno con piedras.

Primero, el panorama:

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Segundo, el resultado:

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Joerrrrrrrr... Levanté la moto. Me saqué la chaqueta, el casco. Hacía calor. Comencé a despejar un caminito para pasar. Inicialmente había pensado despejar un par de metros, pero la naturaleza Zen de la tarea me cautivó, y antes de poder darme cuenta qué había hecho, había creado un camino entre las piedras de unos 50 metros. Aquí, el tramo inicial:

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Algunas películas sobre el mundo post-catástrofe tienen escenas increíbles de deterioro y desolación de la creación humana. El camino inspiraba un sentimiento similar. Me impresionó como un solo invierno podía cubrir el camino de tantas rocas. Claramente, mantenerlo despejado era un trabajo constante.

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Y luego de esas reflexiones sobre nuestra pasajera huella en el mundo, y de haber hecho mi propio jardín de rocas Zen en la cordillera, volví a casa.

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