Meseta En Chicureo
Ayer salimos a dar una vuelta con Andrés. El día anterior había cambiado la catalina de 56 dientes de su Jianshe de 125 cc, a una de 49, y queríamos ver cómo andaba en las subidas.
Salimos a Chicureo, y después de tomar el camino Juan Pablo II desde Lo Barnechea, doblamos por la primera a la derecha, justo después de un cartel que dice "La Reserva". Caminos lindos de campo, y después, caminos de tierra seca, compactada, moldeada en formas extrañas e interesantes luego de la temporada de lluvias. En una de esas vueltas, encontramos la entrada a un campo, sin reja. Nunca hay que desperdiciar una invitación como esta, así que entramos.
Todo ya estaba bastante seco.
El camino dio una vuelta, y comenzó a subir por el lado de un cerro.
Y arriba, cosa extraña, era todo perfectamente plano. Una meseta en medio de Chicureo.
Dimos unas vueltas, no era como para andar rápido, por las piedras.
Hacía calor, mucho calor.
La interrupción obligada para llamar a la esposa...
Llegamos al borde, y... esto sí que fue inesperado. Casas grandes, piscinas.
El camino seguía bajando por el otro lado de la meseta, pero luego se hizo demasiado angosto, y demasiado obstruído por plantas.
Y después, volvimos a casa.
Salimos a Chicureo, y después de tomar el camino Juan Pablo II desde Lo Barnechea, doblamos por la primera a la derecha, justo después de un cartel que dice "La Reserva". Caminos lindos de campo, y después, caminos de tierra seca, compactada, moldeada en formas extrañas e interesantes luego de la temporada de lluvias. En una de esas vueltas, encontramos la entrada a un campo, sin reja. Nunca hay que desperdiciar una invitación como esta, así que entramos.
Todo ya estaba bastante seco.
"Andrés."
"Qué?"
"Dame tu cara más ridícula."
"Ok."
El camino dio una vuelta, y comenzó a subir por el lado de un cerro.
Y arriba, cosa extraña, era todo perfectamente plano. Una meseta en medio de Chicureo.
Dimos unas vueltas, no era como para andar rápido, por las piedras.
Hacía calor, mucho calor.
La interrupción obligada para llamar a la esposa...
Llegamos al borde, y... esto sí que fue inesperado. Casas grandes, piscinas.
El camino seguía bajando por el otro lado de la meseta, pero luego se hizo demasiado angosto, y demasiado obstruído por plantas.
Y después, volvimos a casa.